El concepto Über-Ich (literalmente: sobre el Yo o por encima del Yo) fue acuñado por vez primera en 1923, con la publicación de “El yo y el ello” y dentro de la nueva estructura teórica de la segunda tópica freudiana. Quizá la traducción castellana (heredera a su vez de la inglesa) sea desafortunada en cuanto a la utilización de prefijo “súper-”, ya que parece dotar a esta instancia moral de cierto matiz de superioridad con respecto al resto de instancias, casi a modo de juicio de valor que puede ir en detrimento de la objetividad deseada. Por añadidura, esta traducción aproxima el concepto a nociones filosóficas (el superhombre nietzscheano, por ejemplo) con las que no comparte base teórica alguna.
Freud se ve en la necesidad de contemplar esta última variable (de triangular las instancias intrapsíquicas), a la luz de nuevos descubrimientos clínicos, como el sentimiento de culpabilidad inconsciente (en algunos sujetos obsesivos), u otras fenomenologías más severas (duelos patológicos o graves procesos de melancolía).
A partir de su asentamiento teórico, no obstante, quizá se haya abusado del carácter censor y represor del superyó. Pese a la aparente relación de esta instancia con cualquier etiogénesis de neurosis de fracaso, observamos que a menudo es el Yo inconsciente el que afianza al paciente a la patología y al déficit, con independencia del juicio superyóico. Por ende, debemos ser cautos y afinar la puntería para diferenciar aquellos casos en los que el sujeto alberga un Yo inconsciente masoquista (la mayoría), de aquellos en los que el Yo normativo sufre la tiranía de un superyó especialmente sádico (una anecdótica minoría obsesiva). Realizada esta salvedad, debemos comprender que el sentimiento de culpa es un fenómeno prototípicamente consciente, y en multitud de ocasiones se inculpa al superyó de la tramposa patología del Yo inconsciente.
Incluso en el terreno de lo onírico, en el análisis de los sueños, y pese a que el propio Freud atribuyó el proceso de censura de los contenidos a una suerte de superyó preconsciente, a menudo tendremos que lidiar con la hipótesis de que dicha distorsión pudiera ser llevada a cabo por la vertiente inconsciente del Yo, a menudo involucrado en el uso y abuso de distintas técnicas de desinformación.
A partir de su asentamiento teórico, no obstante, quizá se haya abusado del carácter censor y represor del superyó. Pese a la aparente relación de esta instancia con cualquier etiogénesis de neurosis de fracaso, observamos que a menudo es el Yo inconsciente el que afianza al paciente a la patología y al déficit, con independencia del juicio superyóico. Por ende, debemos ser cautos y afinar la puntería para diferenciar aquellos casos en los que el sujeto alberga un Yo inconsciente masoquista (la mayoría), de aquellos en los que el Yo normativo sufre la tiranía de un superyó especialmente sádico (una anecdótica minoría obsesiva). Realizada esta salvedad, debemos comprender que el sentimiento de culpa es un fenómeno prototípicamente consciente, y en multitud de ocasiones se inculpa al superyó de la tramposa patología del Yo inconsciente.
Incluso en el terreno de lo onírico, en el análisis de los sueños, y pese a que el propio Freud atribuyó el proceso de censura de los contenidos a una suerte de superyó preconsciente, a menudo tendremos que lidiar con la hipótesis de que dicha distorsión pudiera ser llevada a cabo por la vertiente inconsciente del Yo, a menudo involucrado en el uso y abuso de distintas técnicas de desinformación.
2 comentarios:
Parece que según tus palabras (y a riesgo de ser reduccionista) se puede afirmar que en el caso de las histerias de conversión y de angustia el síntoma viene dado por el masoquismo del yo inconsciente más que por el sadismo del superyó, más propio en este caso de la neurosis obsesiva.
¿Tiene eso que ver con dos tipos diferentes de goce? Me explico: paree ser que la histeria goza con (y a pesar de)los demás (a los que culpabiliza), mientras que la N. Obsesiva goza sin los demás en una especie de ciclo cerrado propio.
Pero, visto así ¿no parece que, viéndola desde fuera la parcelación N. Obsesiva-sadismo Histeria-masoquismo sea al revés? Es decir: que el obsesivo sea el masoquista (yo me lo guiso, yo me lo como)y el histérico el sádico (lo guiso yo y te lo comes tú a pesar de que parezca lo contrario).
Supongo, por otra parte, que en esta elucubración debería de haber diferenciado el nivel intrapsíquico de las relaciones externas entre individuos.
¿Tal vez es que un nivel compensa al otro y por ello se muestran de forma diferente?
N.O.:soy sádico conmigo mismo por ello me muestro castrado y no gozo con los demás.
Histeria: soy masoquista conmigo mismo pero lo compenso culpabilizando y gozando con los demás.
Realmente, en el artículo el masoquismo yóico debería ser reservado para algunas formas de histeria de angustia. Otras -como la histeria de conversión clásica- sólo se aferrarán a regañadientes a la posición castrada si en el intento advierten beneficio secundario.
Por último, en la neurosis obsesiva el masoquismo moral -pese a muy llamativo en algunos casos- no deja de ser aparente, un pago por retrotraer las pulsiones sádicas de esta estructura del exterior al propio Yo.
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