29 septiembre 2008

Psicosis III. Maternalización

Habiendo abordado en posts anteriores la encrucijada significante a la que se ve abocada la psicosis, retomamos el principal dilema esquizofrénico: la feminización del falo y el destierro de la castración. En un más acá de la Metáfora Paterna, algunos individuos quedan cristalizados en la relación binaria materna, subsistiendo en tanto en cuanto esa relación se mantenga salvaguardando el ejercicio fálico en ese otro campo feminizado.
Desestructurados en un simbólico apenas funcional, la clínica psicótica exige de un modo particular de hacer terapia, alejada de la introspección clásica que -en estos sujetos- desencadenaría una mayor sintomatología.
Aquí no se acaban las diferencias terapéuticas, pues en el tratamiento de la esquizofrenia el profesional debe arrinconar la regla de abstinencia y movilizar -por contra- todo un abanico contratransferencial, en un intento de recrear la primera relación primigenia. De esta forma, no debería sorprendernos que muchos autores defiendan la práctica de terapias maternalizantes, en un intento de ubicar al analista, no ya en la consabida posición del Gran Otro (aquí desestructurante), sino en la arriesgada ubicación de la Única Otra.
En cuanto a ésta maternalización subyacente, cabe recordar que el análisis de la neurosis (a diferencia del propuesto para la psicosis), por lo común se basa en el desempeño de una representación simbólica, a menudo incluso superyóica. En palabras del propio Freud, y en lo referente al fenómeno de transferencia:

«[...] las relaciones reales con los médicos hacen que sea la imago del padre [...] la determinante [...]»

Les recomiendo la lectura:

26 septiembre 2008

Psicosis II. Esquizofrenia y paranoia

En esta segunda entrada introductoria sobre la psicosis se aborda la represión de los diferentes significantes estructurales. En la mayoría de los casos, allí donde el S1 hizo su labor, el S2 no terminó de completar el proceso.
Además, creemos necesario realizar una diferenciación etiogénica entre las psicosis esquizofrénicas y las paranóicas: allí donde las primeras imaginizan lo simbólico, las segundas simbolizan lo imaginario.
Como sucede en la neurosis, lo reprimido retorna por la vía del síntoma, pero en el universo psicótico se carece de una serie de cortafuegos que salvaguarden al sujeto del advenimiento de lo real.
En estos desestructurados psiquismos, la formación de compromiso pasa por redibujar el significante faltante, bien por la vía alucinatoria, bien por la vía del delirio.

24 septiembre 2008

Psicosis I. Breve introducción

Dado que en pasadas entradas hemos analizado fenómenos como la génesis autista, el cuerpo fragmentado y el estadio del espejo lacaniano, considero adecuado rematar la faena con algunas pinceladas sobre la teorización psicoanalítica de la psicosis.
Con algo roto en el orden simbólico, con una pieza estructurante no afianzada (les remito al concepto del cuarto nudo), la percepción queda gravemente comprometida entre un exterior y un interior tan fragmentado como el propio cuerpo.
A medio camino entre lo real y lo simbólico, el psicótico se convierte en un naúfrago de los registros, en un transeunte incapaz de delimitar un imaginario a menudo impracticable.
Les dejo con el texto.

22 septiembre 2008

El estadio del espejo III. La trampa del lenguaje

Para concluir la serie de entradas relativas al estadio del espejo, hoy abordaremos los pormenores del aspecto lingüístico.
Ya desde los primeros meses, el lenguaje se erige como representante de la ley. Los significantes se nos imponen como un código simbólico preestablecido, a modo de pago ineludible por haber abandonado la metacomunicación silenciosa con la madre y haber ingresado en el universo de la demanda.
El discurso (como el estilo, en palabras de Lacan) es el hombre al que se dirige, y bajo esa premisa el lenguaje se puebla de fantasmas, balbucea, tornándose tan subjetivo como nuestra sesgadísima percepción del interlocutor. Recordemos que el tesoro de los significantes siempre se ubica en territorio del otro.
Y es que nuestro discurso, embajador cotidiano de la especularidad, se constituye como un intento de acceder a una comunicación con el receptor, empresa frustrante al percibir que no compartimos idéntico simbólico que nuestro reflejo.
Justo ahí, en las fallas de nuestras cadenas significantes, en la incapacidad del sujeto del enunciado para nomenclar nuestra verdad, es donde Freud ubicaba el segundo discurso, el del sujeto del inconsciente.

18 septiembre 2008

El estadio del espejo II. La vida es puro teatro

O sueño, a la manera de Calderón.
El artículo de hoy traspasa el espejo e irrumpe en el escenario de lo cotidiano. Anudando subjetividades, analizaremos el frágil tejido del imaginario.
Ya antes de que los hermanos Wachowski nos invitaran a adentrarnos en la madriguera del conejo, toda una corriente filosófica y epistemológica (con Kant a la cabeza) nos instaba a desconfiar de lo real y lo aparente. Lacan, por su parte, bebió del constructivismo y renombró a nuestro real como imaginario, campo de juegos de vanidades y yoes a la deriva.
El texto que hoy nos ocupa se posiciona en el entreacto, a medio camino entre una subjetividad enmarañada de lambdas y el solipsismo de la omnipotencia de pensamiento.

17 septiembre 2008

El estadio del espejo I. La génesis del sujeto

En entradas anteriores hemos visto cómo el autista se queda sin invitación al baile de lo imaginario. Afortunadamente, la mayoría de las veces el infante es arrancado del narcisismo primario y obligado a jugar sus cartas en lo social.

A partir de hoy, y a través de una serie de artículos introductorios, vamos a analizar cómo se produce la conquista del cuerpo por parte del niño, cómo queda alienado en la imagen del otro y -a partir de esta génesis especular- comienza a adquirir un atisbo de autoconciencia temprana.
Hoy (de la mano de la teorización lacaniana del estadio del espejo) abordaremos dicho eureka y el consiguiente clivaje a la subjetividad.
En proximas entradas, a lo largo de la semana, abordaremos la teatralidad del imaginario y la trampa del lenguaje.