tag:blogger.com,1999:blog-77729483315315866772023-11-16T13:14:44.048+01:00Psicoblog GFSGerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.comBlogger98125tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-6112053808027584792010-02-09T12:44:00.007+01:002010-02-09T12:51:44.278+01:00Como íbamos diciendo ayer...<div style="text-align: justify;">Casi un año después vuelvo a visitar mi<i> tendedero psicoanalítico</i>.</div><div style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhu5l3TixtXCaLFHX6LHpAuUtOxJwHri_3EqfqQpXjBiKhYoSiRdCVft-fB0KxJ5t0l7K2FoUSuClD_v14On24HCHGEZisIosLHy6WdtCEVCIjYGfykaaZVjm8ajDJF0wD_LVjLGg8PAo/s1600-h/Dropbox.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="63" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhu5l3TixtXCaLFHX6LHpAuUtOxJwHri_3EqfqQpXjBiKhYoSiRdCVft-fB0KxJ5t0l7K2FoUSuClD_v14On24HCHGEZisIosLHy6WdtCEVCIjYGfykaaZVjm8ajDJF0wD_LVjLGg8PAo/s200/Dropbox.jpg" width="200" /></a>El servicio de alojamiento donde albergaba los archivos <i>(Windows SkyDrive)</i> decidió cambiar su política, incapacitando a los usuarios de blogs acceder al almacenamiento. Muchos han sido los requerimientos de los lectores de que volviera a subir el material, pues los enlaces habían dejado de estar disponibles; a todos ellos, perdón por la espera y gracias por el interés.</div><div style="text-align: justify;">A día de hoy he solventado el problema cambiando el alojamiento de los ficheros a la empresa <i>Dropbox,</i> con lo que el servicio de descargas vuelve a estar disponible. Yo, por mi parte, me comprometo a continuar subiendo entradas, si bien he de reconocer que mi trabajo en clínica (y cierta pereza, todo sea dicho) hará que los artículos se actualicen con menos frecuencia.</div><div style="text-align: justify;">En cualquier caso, gracias por leer.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsa-m_0N_unFMVJhn1lXganqJsjx8z5Ec_gVONgDqRqd_g5qbLJ2CTTJ5hOOcMVpvVBckkBnvrqgLpK8SIxt23CCMcGAHMvsngCPHuyCL8Em80p-8p36J10csnj1KgHetCQKqbxIMQSJs/s1600-h/Firma.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="92" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsa-m_0N_unFMVJhn1lXganqJsjx8z5Ec_gVONgDqRqd_g5qbLJ2CTTJ5hOOcMVpvVBckkBnvrqgLpK8SIxt23CCMcGAHMvsngCPHuyCL8Em80p-8p36J10csnj1KgHetCQKqbxIMQSJs/s320/Firma.jpg" width="320" /></a></div></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-24126221670891300592009-02-27T00:00:00.012+01:002010-02-09T11:42:54.972+01:00Sueños (IV) El autoanálisis de los sueños<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8n7R1z_ZNM-YMXCxT1RmrQ_rbJ6Gk3rYX3_5UdGgHZnc8Ip4pYuyCvjjHfvQ6-sdVyg6n5KCQDjqv27TtqIl5GuecHg2W-g28RbOCIRvSahJoNGSHNHU1xxMEci81bw49VUjYqvDtrYk/s1600-h/Espalda%5B6%5D.png"><img align="right" alt="Espalda" border="0" height="406" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoyBd5X9IHthMHD-te09vsEvzkBwc7FsAqqAqTPGtdCnGuWYyEt83nWn89DHihmm2w9LqJsn0b8_r5SKdslbYB9_dU6dsZiMoU5k59NE7XSThJGj56HYL2UMoLG_W3kmadrHvyINVJTew//?imgmax=800" style="border: 0px none; display: inline; margin: 0px 0px 0px 10px;" title="Espalda" width="213" /></a> Casi tan efectivo como realizarse uno mismo un tatuaje en la espalda, así de simple.</div><div align="justify">El análisis de los sueños, pese a ese aire místico tan New Age, no es un entretenimiento para las fiestas de verano, en competencia directa con los cartomantes o esa conocida que tanto sabe de astrología. Recordemos que en la trastienda de todo el fenómeno en sí reside el fenómeno de la <i>represión</i>, y que ésta nunca es arbitraria. Se reprime aquello que duele o que no puede ser elaborado, de ahí que tendamos a metaforizarlo para establecer una salubridad homeostática.</div><div align="justify">No soñamos para disfrutar (pese a que a menudo disfrutemos de los sueños). Tampoco soñamos para realizar descargas neurales (que evidentemente se producen durante las horas de sueño). ¿Y si le devolvemos la razón a Freud y pensamos en el proceso onírico como una válvula de escape de nuestro inconsciente, al fin libre después de un agotador día lidiando entre lo correcto y lo censurable? ¿Y si el sueño se dibuja como el único campo de juego de unos sentimientos siempre amordazados durante la vigilia?</div><div align="justify">No obstante gran parte del proceso nocturno ha de ser posteriormente encriptado. Es el soñante quien <i>codifica</i> la información. Es el soñante quien <i>elige</i> el método. Y, finalmente, coronando un proceso especialmente paradójico, el material no es codificado para que <i>nadie</i> acceda a él (como sería lógico durante la vigilia), sino para que <i>el propio sujeto </i>no comprenda qué puso en juego la noche anterior. Material peligroso. Material tan poco maleable que sólo puede surgir por las noches, bajo el amparo de un descuido de la consciencia.</div><div align="justify"></div><br />
<a href='#' onclick='Effect.toggle("hjh","slide"); return false'>Continuar leyendo ▼</a><div id='hjh' style='display: none;'><div style="text-align: justify;">Si he conseguido transmitir la peligrosidad de la mercancía que a menudo guardamos en los cajones de nuestro inconsciente, es a partir de ahí que el lector entenderá por qué se recurre al fenómeno de la represión, así como la celeridad con que decae la huella mnémica del propio sueño, que parecía tan conexo a las dos de la madrugada y que se desdibuja con pasmosa rapidez durante las primeras horas de la mañana.</div><div align="justify">De ahí que tan a menudo se encomie a la figura del analista por su <i>don</i> para la interpretación, justo ahí donde el paciente no acertaba a ver más que meros datos inconexos. </div><div align="justify">Poco sabe el sujeto que la mejor técnica para interpretar un sueño es <i>no ser el soñante</i>.</div><div style="text-align: right;"><span style="color: #ff6666;">Una semana más, adjunto el documento en formato </span><span style="color: #ff6666; font-style: italic;">pdf</span><span style="color: #ff6666;"> para descarga:</span> <a href="http://dl.dropbox.com/u/4529606/Blog%20GFS/Documentos/PDF/20080720.%20La%20interpretaci%C3%B3n%20de%20los%20sue%C3%B1os.pdf">"Sueños.pdf"</a>.</div></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-85165645849074767962009-02-25T00:00:00.002+01:002010-02-09T11:45:47.628+01:00Sueños (III). La interpretación del material<p align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlSuxFswCB0WhMJD0qOJk4bA94HO_G2C_XF40FMAjHt9akpgeYszXvZVrUHPNaMjw7aU3LDeWm_qgz6iFkHCFjLXP0Q_Glg5dUQlR98VCVpFrJmWs4VhF3KmRzyBF7TzZcbZojDh6qlJQ/s1600-h/Libro%5B4%5D.png"><img title="Libro" style="border: 0px none ; margin: 0px 0px 0px 10px; display: inline;" alt="Libro" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeZoZqER_A4VZs7uHMgMuyse8HJ8Bv62KO6Hhcidf9vGI_fri1jfEGTTx-iJp1fdqJfrHKPfe0-FrtVpeqBBtU3JHkYonHpxgENCkYdcT71VW_Mx6LGFA_7QolO58by_q2jkmZiXZLNnQ//?imgmax=800" align="right" border="0" width="216" height="240" /></a> Llegamos a la mala noticia: <i><br />
</i></p><p align="justify"><i>no existe diccionario</i>.</p><p align="justify">Aquello que resulta evidente para cualquier clínico experimentado, no deja de sorprender a la población lega. No existe un manual de términos común, ni alfabético ni mucho menos temático. El terreno de lo onírico ha sido desde siempre tan atractivo como criticado, y se han ido erigiendo a su alrededor un sinfín de leyendas que más de uno da por supuestas. Todos hemos oído mencionar tradiciones en torno a lo que significa el caer de un diente, o soñar con perlas, o… (ponga aquí el vaticinio de su localidad).</p><p align="justify">Los ladrillos con los que se edifican los sueños son comunes a toda cultura y sociedad, más la manera de organizarlos es propia de cada individuo, e intentar sacar factor común es una empresa por muchos emprendida pero con pocos resultados prácticos a nivel objetivo.</p><a href='#' onclick='Effect.toggle("pop","slide"); return false'>Continuar leyendo ▼</a><div id='pop' style='display: none;'><p align="justify">Esto no debería significar que varios terapeutas interpretaran cosas distintas de un mismo sueño (lo cual evidentemente puede suceder), sino que para cada individuo el cifrado de la información es diferente. ¿Se puede derivar de esto que la interpretación de los sueños un <i>arte</i>, al fin y al cabo?</p><p align="justify">Para nada. Desde nuestra posición de analistas debemos saber adecuarnos al diccionario parlante que tenemos enfrente, para extraer de ese sujeto el material que <i>él mismo </i>cifró y devolvérselo aplicado a su vida consciente, lo menos contaminado posible por nuestra intervención. Pese a que la mayoría de las veces nos movemos en terreno pantanoso, deberíamos esforzarnos por no <i>interpretar</i> sino <i>guiar</i>, por no dar un punto de vista (por muy profesional que éste sea) sino servir de guía para que el propio paciente vaya destramando los enigmas que él mismo anudó la noche anterior. Se puede concluir que, a medida que más conoce a la persona, más sencillo es intuir el método de cifrado escogido.</p><p align="justify">¿Utiliza el sujeto más <i>metáforas</i> o se decanta claramente por las <i>metonimias</i>? Aquel paciente (típicamente obsesivo, por otra parte) que en su discurso diario hilvana metonimia tras metonimia, desplazamiento tras desplazamiento, no es extraño que acuda al mismo mecanismo durante su actividad onírica. </p><p align="justify"><i>“Un gigantesco globo que explotaba ante mi cara” </i>evidentemente cobrará distintas interpretaciones dependiendo que nos lo cuente un niño (que la tarde anterior había asistido a una fiesta de cumpleaños) o que sea expuesto por una mujer en su última semana de gestación. El “arte” de la interpretación consiste pues, una vez más, en estar abierto a contemplar el mayor número posible de hipótesis y, con todo el abanico de alternativas sobre la mano, elegir aquellas sobre las que se decide apostar, con la ayuda que nos supone el bisturí de la asociación libre.</p></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-47603393320136270352009-02-23T00:00:00.001+01:002010-02-09T11:47:15.157+01:00Sueños (II). La reconstrucción de lo soñado<p align="justify">Tendemos a la coherencia (de nuevo pueden preguntárselo a los cognitivistas), y muy a menudo rellenamos el incómodo material faltante recurriendo a la razón <i>consciente</i>. Como ocurre con el discurso, allí donde falla la lógica, allí donde faltan ladrillos para articular un sueño, es donde suele esconderse el material más relevante. Tendemos a pasar por alto los mayores filones en pos del material más conexo.<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiq5Uc87MLQ7QokPNbNuOmp2IeV6mhSnAMjQC5bRwFc78ET5j3mGSgDxiiIr6mmgBQ0FASpJvF4pknRt64EETY2P-nc1tKgNHqSB3rCA_mmcNAGFf-r_HQ6-fy1dvttdq6DqjKKh9l1_w/s1600-h/Puzzle%5B4%5D.png"><img title="Puzzle" style="margin: 0px 0px 0px 20px;" alt="Puzzle" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAgSbtW_zBiIjuuwFEPFjvWxel03pthhfbPYQ6MCGIW73drf000awe80N8oxBTP_qnUEskGRJ6GJlCyy3yFFerYEVtbqAyTlYB09BZ_bsOfBdxTTFZbG0gJYMelRMGYkUgHMVBP_Komb0//?imgmax=800" align="right" border="0" width="240" height="166" /></a></p><p align="justify">Se hace imperativo avisar al paciente sobre el mecanismo de la <i>reconstrucción</i>. El sueño debe ser expuesto al analista <i>tal cual</i>, sin artificios ni remiendos, siendo sospechosos aquellos relatos detallados y lineales, demasiado imperfectos en su perfección.</p><p align="justify">Igualmente debe ser el analista quien realice la criba entre los sueños para seleccionar los más significativos, aquellos con un mayor contenido metafórico, no permitiendo al paciente el salvar del repertorio los que considera “más interesantes”.</p><p align="justify"><i>“De repente, ya no estaba allí (…) era un sitio desconocido, y estaba acompañado por dos personas también desconocidas”</i></p><p align="justify">No hay desconocidos en los sueños. Ni ubicaciones ni personas.</p><a href='#' onclick='Effect.toggle("gfs","slide"); return false'>Continuar leyendo ▼</a><div id='gfs' style='display: none;'><p align="justify">El cerebro siempre utiliza material ya existente en nuestros registros mnémicos para construir los sueños. Detrás de una cara desconocida, la mayoría de las veces, tenemos que ponernos sobre aviso ante el más que posible efecto de la <i>represión</i>. Allí donde el paciente tiende a ir más deprisa, como restándole importancia a aquello que no puede verbalizar, las más de las veces se esconde la interpretación más certera.</p><p align="justify">Es necesario pues indagar sobre esos detalles de forma exhaustiva, recurriendo a la asociación libre para instaurar de nuevo los eslabones allí donde la represión deshizo los enlaces.</p><p align="justify">Aquí habría que hacer una salvedad sobre la <i>asociación libre</i>, arma de doble filo cuya mayor ventaja es simultáneamente su peor sesgo. Invitando al paciente a asociar, de forma a menudo muy poco libre porque se le incita a hacerlo con rapidez, podemos bien encontrarnos con el verdadero significado latente del sueño o, por efecto de la <i>sugestión</i> (verdadera enemiga de la terapia analítica), sorprendernos con que el sujeto termina realizando aquellos enlaces que <i>él cree queremos oír </i>(en todo un alarde de fuegos artificiales proyectivos), sobre todo si la persona en cuestión cree tener conocimientos acerca del psicoanálisis. </p><p align="justify">Pongamos un supuesto:</p><p align="justify">“<i>Estaba copulando con una desconocida…</i>” pausa significativa, el paciente mira al analista y, en tono sardónico, añade: “<i>…y no es que se tratará de mi madre</i>”.</p><p align="justify">¿Se trata de una negación proyectiva (lo que agilizaría mucho la resolución del sueño) o nos hemos colocado ante el paciente en una posición muy ortodoxa, de manera que nos ve como acólitos de un Freud que todo lo achacaba a conflictos edípicos? </p></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-86628030309910761702009-02-19T18:35:00.005+01:002010-02-09T11:48:32.124+01:00La interpretación de los sueños (I). Restos diurnos<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOHlePer6nBOLFYl_7Wo_jqLGH4ox2t3QonFg9R5q69sNLHeC56HVvBvGmCS_c096C_bWGe0_s9ykhRSpihACbjyyIz3sNE3FbqXLyLl-IbLeZMAUWNHd9Og3K_ITPHWjh83e69GFe6RM/s1600-h/So%C3%B1ante%5B5%5D.png"><img title="Soñante" style="margin: 0px 0px 0px 30px; width: 153px; height: 284px;" alt="Soñante" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuPXM0gwalisrZgbxacaMerjU-FzSf5iWjXdCazCkv-oG9YQg16gOWLqL80eBlB1t39ermJLpw-lkZl20ZnhCdhWFtLN9O8-4dNJqf275WTKEQCT3XineVziuc5640w6B6j9stQFq3FAM//?imgmax=800" align="right" border="0" /></a> <p align="justify">Si se cree en la existencia de un <i>inconsciente</i> no arbitrario y elaborado (ventaja que cada vez elegimos menos especialistas), la forma en que se codifica la información de dicho aparato psíquico (complejo en base a su desconocimiento) pasa por el rasero del mecanismo de la <i>metáfora</i> y la <i>metonimia</i>. Es de esta forma, en base a las respectivas condensaciones y desplazamientos, cómo se explican los fenómenos psicoanalíticos de la <i>asociación libre </i>o la propia <i>interpretación de los sueños</i>.</p><p align="justify">Porque, ¿qué es interpretar un sueño? ¿Qué extraño y taimado <i>arte</i> se esconde tras dicho proceso de interpretación? ¿Quiénes son los elegidos para desempeñar la <i>magia</i> y en base a qué criterios?</p><p align="justify">Como suele ocurrir con la magia, <i>detrás hay truco</i>.</p><a href='#' onclick='Effect.toggle("rol","slide"); return false'>Continuar leyendo ▼</a><div id='rol' style='display: none;'><p align="justify"></p><p style="color: rgb(153, 153, 255);" align="center"><br />
</p><p style="color: rgb(153, 153, 255);" align="center"><span style="font-size:130%;">I. Los <i>restos diurnos</i></span></p><p align="justify">El primer paso en la interpretación siempre debería ser el desechar la información no metafórica. Más de un psicólogo puede echar el grito en el cielo sobre qué criterio discrimina qué material se puede o no desechar. Pues bien, de momento vamos a esquivar el tan manido tópico de que <i>la interpretación es un arte </i>(apesta a sugestión y pseudociencia), para establecer que el cerebro también (y <i>no</i> únicamente) almacena información sensorial.</p><p align="justify">Es lógico admitir que en el sueño pueden aparecer (y de hecho así sucede) restos diurnos que -si bien no arrojan mucha luz sobre posibles contenidos latentes-, pueden ser colocados como actores que hablen de la existencia de un segundo discurso. O puede que no, puede tratarse tan sólo de acontecimientos que, bien por su impacto afectivo, bien por su cualidad de llamativos o sorprendentes (entre otros factores), han quedado impresos en nuestra memoria sin necesariamente implicar procesos subyacentes. De ésta segunda explicación muchos psicólogos cognitivos podrán hablar con mayor conocimiento (y mucho mayor interés, me consta) que el que subscribe.</p><p align="justify">Si bien resulta lógico, de cara a una posterior interpretación, obviar de antemano dichos restos diurnos (que se dibujan casi como ecos sensoriales de la experiencia cotidiana), debemos ser cautos por si alguno de ellos no ha tomado repentinamente un protagonismo del que carecía en la vigilia. ¿Y si el caniche moteado con el que nos hemos cruzado por la tarde aparece de nuevo en la madrugada, pero esta vez destrozando un vestido de novia? No hace falta ser un freudiano ortodoxo para contemplar el abanico de posibles interpretaciones que abre dicha metáfora (lo que se impone es cautela a la hora de cerrar dicho abanico y no caer en sobreinterpretaciones de principiante).</p></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-2797078504583766442009-02-13T00:00:00.003+01:002010-02-09T11:49:39.256+01:00El Goce (IV). La némesis del Goce<p align="justify">Del otro lado del goce se encuentra <i>La ley</i>, que lo acota y delimita. La libertad de uno acaba donde empieza la de los demás. Y bajo esta máxima se libra una batalla constante entre nuestro narcisismo y el imaginario social que nos ampara.</p><p align="justify">El goce inicial no consistía más que en la aspiración a un <i>plus de placer;</i> mas para exiliar de dicho nirvana al individuo y arrojarle a lo social, todo un corolario de preexistentes leyes simbólicas (herederas a su vez del <i>Nombre Del Padre</i>), estrangulan dicha pretensión confinándola a una cárcel <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Preconsciente">preconsciente</a>. </p><p align="justify">Reza el mitema que existió un <i>Uno</i> que dijo <i>no</i> a la castración, un Uno primitivo, <i>padre de la horda</i> y fundador del simbólico; todo él falo, todo él goce. En “<a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/07/algunos-clsicos.html">Tótem y tabú</a>” Freud nos invitó a contemplar en dicho mito (el del asesinato del Padre de la Horda) la génesis de nuestra esencia social, el origen de la primera Ley con la interdicción de <i>acceso al goce</i> a todos los futuros descendientes de aquel Uno.</p><p align="justify">Los <em>matemas</em> correspondientes:</p><p align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNzA0O2OEK6YjEcxtXTpRmwvgEcegOD7XVQBkO_XEQcdQBBpOQSvSYvMvaxSZSGz0aoudGygSQGBISzRTRAjbRFuG_jlgo0_n9iEseeIfqCfqvWPe8Ktx1uibxFDUKNjcvHQpSoHSsO40/s1600-h/Matemas%5B4%5D.jpg"><img title="Matemas" style="border: 0px none; display: inline;" alt="Matemas" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUFfm2e-GP3AAxo9ClNPGyuzDn3sNixBRi7uifRDDcapqHrdPZb26cYpt9Y2Nyud5nuh4r5zm0Eqyf5zhDwTFZUo6HF1I2FgUjRghjAUxAS9LaMSPwH8sAjM5NuoTDIglYAZqZyP8Eu9c//?imgmax=800" border="0" height="136" width="572" /></a> </p><a href='#' onclick='Effect.toggle("por","slide"); return false'>Continuar leyendo ▼</a><div id='por' style='display: none;'><p align="justify"><span style="color: rgb(153, 153, 255);">Esta ley se encuentra encapsulada en el inconsciente social: “</span><i><span style="color: rgb(153, 153, 255);">La idea del goce como un exceso intolerable del placer, se revela en el sentido común en expresiones como ‘morirse de risa’, ‘destornillarse de risa’; o en el caso de la sexualidad, está también la idea que se expresa en francés de la pequeña muerte para referirse al orgasmo. En el sentido común, asoma pues la idea de un placer mortífero, intolerable, cuyo atravesamiento nos situaría en las puertas mismas de la locura o la muerte.”</span><sup> <a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=279707850458376644#_ftn1_4404" name="_ftnref1_4404"><b><sup>[1]</sup></b></a></sup></i></p><p align="justify">Y, de hecho, el posicionamiento respecto al goce define igualmente nuestra estructura intrapsíquica:</p><p style="color: rgb(153, 153, 255);" align="justify"><i>"La inclusión en la sociedad implica pues una pérdida de goce. La autoridad y la ley lo limitan. Es un hecho, como ya se vio, que un placer “excesivo” desestructura nuestra subjetividad y nos precipita como formación defensiva en la camisa de fuerza de la neurosis obsesiva.</i></p><p style="color: rgb(153, 153, 255);" align="justify"><i>El neurótico obsesivo se distancia de su propio goce. De un goce que amenaza desbancarlo como sujeto convirtiéndolo entonces en mera voracidad sin límites. De ahí la necesidad de una defensa frente al ascenso en el goce. La rigidez es una forma de controlar el exceso traumático del goce. La seriedad mortífera. El amortajarse en la investidura simbólica.</i></p><p style="color: rgb(153, 153, 255);" align="justify"><i>En cambio, un goce doloroso nos hace sentir objetos del goce del Otro, objetos manipulables. Entonces, lo que corresponde, es el asco hacia ese goce que nos incita a trocarnos en meros objetos. Estamos hablando de la histeria."</i></p><p align="justify"><i></i></p><p align="justify">En resumen, el goce es un vestigio de la relación originaria con la madre, del mismo modo que su antítesis, la <i>castración</i>, nos remite a la ley paterna y al ingreso en lo social. El goce es una melancólica e innecesaria vuelta al pasado; es la gasolina del neurótico que, habiendo perdido su <i>lingote de oro</i>, rememora su tragedia al tiempo que consume un futuro no utilizado, jamás jugado.</p><p style="color: rgb(153, 153, 255);" align="justify"><i>“La oposición entre goce y castración es fundamental puesto que esta oposición es el eje sobre el que se articula la dirección de la cura. El sujeto debe renunciar al goce a cambio de una promesa de otro goce que es propia de los sujetos de la ley. El goce originario, el goce de la cosa, anterior a la ley, es un goce maldito que deberá ser sustituido por una promesa de goce fálico, de un goce mesurado por la castración, entendida como toma de conciencia, internalización, de los límites reales y morales del goce. </i></p><p style="color: rgb(153, 153, 255);" align="justify"><i>La ley, nos separa de la madre y del goce que se pone en juego en la fusión con ella. La ley separa, pone al nombre-del-padre en ese lugar de omnipotencia, ordena desear, concertar. El amor es el sentimiento encargado de suplir la inexistencia de la relación sexual y de reaportar el goce al que se debió renunciar.” </i></p><p align="justify">El goce es un abono que en el pasado fue sustancia viva pero en el presente se ha descompuesto y adquirido nuevas características. Las cartas que no jugamos activamente en <i>el ahora</i> formarán la baza del <i>goce futuro</i>; los “debería…”, los “tendría…” no son más que antiguos lingotes que, solo después de haber sido robados, adquieren plena funcionalidad para edificar patológicos castillos de queja y arrepentimiento.</p><p align="justify">Como decía Gabriela Mistral, <i>la experiencia es un billete de lotería comprado después del sorteo</i>. Esto, no obstante, no justifica el no seguir jugando.</p><p align="right"><span style="color: rgb(255, 102, 102);">Una vez más, adjunto el archivo relativo a las últimas entradas:</span> “<a href="http://dl.dropbox.com/u/4529606/Blog%20GFS/Documentos/PDF/20080715.%20Goce.pdf">Goce.pdf</a>"<a href="http://dl.dropbox.com/u/4529606/Blog%20GFS/Documentos/PDF/20080715.%20Goce.pdf%E2%80%9D%3C/p%3E%20%20%3Cdiv%20align=" justify=""> </a></p><hr align="left" size="1" width="33%"><a href="http://dl.dropbox.com/u/4529606/Blog%20GFS/Documentos/PDF/20080715.%20Goce.pdf%E2%80%9D%3C/p%3E%20%20%3Cdiv%20align=" justify=""> </a><p align="justify"><a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=279707850458376644#_ftnref1_4404" name="_ftn1_4404">[1]</a> Extraído del siguiente <a href="http://gonzaloportocarrero.blogsome.com/2007/06/02/el-goce-como-concepto-eje-del-psicoanalisis/">link</a>.</p><p align="justify"></p></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-20349489366462950572009-02-11T00:00:00.002+01:002015-02-22T19:12:46.071+01:00El Goce (III). EsopoReza la fábula:<br />
<div align="justify">
<b><span style="color: #9999ff; font-size: 180%;">El Avaro </span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCn43rSZBXmH6R4AGgzizfFryD4STIxBYDWbBff6LipzkAyzx4Sj1GF0gbpS1rwmdWhp_F4gM0hy7aW5o1Cvm1Naot1KvQ2KZxEi9Ecri51SPRMyHVAtSJRqP0kL-ENSsLRDGFJw63GsI/s1600-h/Esopo%5B4%5D.png"><img align="right" alt="Esopo" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP3cfrjY4pU2KY643VEgGVCWpCScGNleeDW3Ac69lLmwjFHKwFeu3qzyBihOKBbEPMP8B28rP1ROatT47NEOkLIIT8lH3GP3QVKzK7SHTkzSPe9_EzLQZOb0Le_-ES4qsB5R_ed4TxYSI//?imgmax=800" height="240" title="Esopo" width="215" /></a></b></div>
<blockquote style="color: #9999ff;">
<div align="justify">
<i>Un avaro, convirtiendo en oro toda su fortuna, fundió con el metal un lingote y lo enterró en cierto lugar, enterrando allí, a la vez, su corazón y su espíritu. Todos los días se dirigía a ver su tesoro. </i></div>
<div align="justify">
<i>En esto, le observó un hombre, adivinó su suplicio y, desenterrando el lingote, se lo llevó. Cuando poco después volvió el avaro y halló el escondrijo vacío, se puso a llorar y a arrancarse los cabellos. </i></div>
<div align="justify">
<i>Un vecino que le vio lamentarse de tal manera, después de informarse del motivo le dijo: No te desesperes así, hombre, porque al fin y al cabo aunque tenías oro no lo poseías verdaderamente. Agarra una piedra, escóndela donde estaba el oro y figúrate que es oro; la piedra servirá para ti como si fuera el oro mismo, pues a lo que veo cuando lo tenías enterrado no utilizabas para nada esta riqueza.</i></div>
</blockquote>
<i style="color: #9999ff;"> </i><br />
<blockquote>
<div align="right">
<i style="color: #9999ff;">(Nada es la propiedad sin su disfrute)</i></div>
</blockquote>
<br />
<i></i><br />
<div align="justify">
¿Dónde advertir el goce? Popularmente, podría considerarse que el avaro gozaba engañosamente de su posesión pese a no disfrutar de su usufructo, de ahí la consecuente moraleja. No obstante, el psicoanálisis va más allá estableciendo que –paradójicamente- el goce se asentaría a partir del robo y de la pérdida, pues sería entonces cuando el avaro podría “disfrutar” de su lamento y de la queja resultante.
<div align="justify">
De hecho, en la parcela <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/tres-registros-iv-el-campo-de-lo.html">simbólica</a> (de la misma forma que la <i>madre nutricia</i> en la imaginación del niño), el lingote de oro moraría incluso en su ausencia <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/el-registro-imaginario.html">imaginaria</a>, finalmente resguardado de ladrones. El avaro continuaría escavando periódicamente en sus recuerdos para rememorar la pérdida del lingote, desconociendo que mediante dicho proceso, y por fin, ha llegado a atesorarlo plenamente.</div>
<div align="justify">
Padecer de una <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2009/01/la-maldicin-de-la-lucidez-ii-la-falta.html">falta</a> que habita en el simbólico allí donde no se supo (o pudo) disfrutar de ella en el imaginario. De nuevo, las connotaciones referentes a la primera frustración infantil quedan acantonadas en nuestra personalidad y dirigen, desde el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2009/01/esquema-lambda-v-el-reino-de-los.html">fantasma</a>, nuestra relación con terceros. En una mayoría de casos, el <i>objeto</i> (prototípicamente: la relación de pareja) queda condenado a ir desfalleciendo, a decepcionar en el consciente para ubicarse en un puesto de honor simbólico: servir de alimento a la queja.</div>
<div align="justify">
Y es que esta trampa edípica cimenta a la queja como un grito de guerra, estructural en las histerias, destilando un goce residual subyacente al hecho de que, frustradas en el <i>imaginario</i>, evidencian no estarlo en lo <i>simbólico</i>.</div>
<blockquote>
<div align="justify">
<i><span style="color: #9999ff;">“El goce es la sustancia vital que se ’retuerce’ en su insatisfacción, que pugna por realizarse, sin tomar en cuenta al otro y la ley. La carne del infante es ya desde un inicio un objeto para el goce. Ese infante podrá ser ‘gozado’ fuera de las coordenadas del deseo y la ley. No obstante, ese infante tendrá que identificar su lugar en el Otro, en el sistema sociosimbólico. Es decir, podrá constituirse como sujeto en la medida en que internalice los significantes que proceden de ese Otro, que siendo seductor y gozante está al mismo tiempo mediatizado por las propias interdicciones que lo constituyen. La madre, por ejemplo, puede gozar de su bebé considerándolo una posesión a la que puede disfrutar a su antojo. No obstante, esa madre, con su potencial seductor y gozante, contiene también a la ley y su prohibición del goce, por lo que su tentación de usufructuar el cuerpo de su hijo, se verá refrenada. De esta manera, en vez de persistir en el trato de su bebé como objeto de goce, comenzará a autolimitarse, a interpelarlo como sujeto, a reconocerlo como un agente en ciernes, dentro de los intercambios simbólicos.”</span><a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=2034948936646295057#_ftn1_1855" name="_ftnref1_1855"><b>[1]</b></a></i></div>
</blockquote>
<div align="justify">
En resumidas cuentas, allí donde el <em>obsesivo</em> intenta –fútilmente- sustraerse al goce y erradicarlo de su sistema simbólico (de hecho intenta que todo aquel que le rodea renuncie igualmente a su usufructo), la <em>histeria</em> se nos dibuja como la quintaesencia de la <i>negación a ser gozada </i>y la <i>reivindicación del propio goce</i>, pese a su ambiguo discurso de seducción imaginaria.</div>
<div align="justify">
<hr align="left" size="1" width="33%" />
</div>
<div align="justify">
<a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=2034948936646295057#_ftnref1_1855" name="_ftn1_1855">[1]</a> Extraído del siguiente <a href="http://gonzaloportocarrero.blogsome.com/2007/06/02/el-goce-como-concepto-eje-del-psicoanalisis/">link</a>.</div>
</div>
Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-36359050371373779262009-02-09T00:00:00.003+01:002015-02-22T19:11:50.152+01:00El Goce (II). La génesis<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPQ3RE7YyDiSJtKFVwOnEF7_K-gpPoe-EplxhCNfoA-kQfuX913oZuKGrXD6H9ecxKiymy7OVlv5AxhaePcbKoD9Tq2yf9SnhsWUByEMbLVjrPQqaF8JxPWLbtkRtWR2YZ7iac4Gy11TY/s1600-h/Ciclo%20del%20Goce%5B5%5D.png"><img align="right" alt="Ciclo del Goce" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1Zk9FIZNes_4LRfe8QiXEcqBmrJdRVEWWs48ykrIDRlU_ntecEJMim-bUsbCDtBe00RRPBk3OpzsVviHcfqJJSnhqNkzgIoF23TdWsFFpvuD8jqHP7FYvaAztWk1gga90yqXRyRtkm00//?imgmax=800" height="246" style="margin: 0px 0px 0px 15px;" title="Ciclo del Goce" width="303" /></a> <br />
<div align="justify">
Con la inauguración del espacio <i>simbólico</i> en el bebé, con el estreno de la función imaginativa (colindante al proceso <i>alucinatorio</i> debido a la desubicación fisiológica de sus sentidos, todavía escindidos en un ser que no ha realizado aún el <i><a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Estadio%20del%20espejo">estadio del espejo</a></i>), el niño por vez primera instaura a la madre como agente simbólico, como aquello que mora en su fantasías cuando se ausenta en la realidad.</div>
<div align="justify">
Sometido a la frustración de dichas ausencias, el bebé recrea la imagen de aquella que sacia sus necesidades, realizando un primer duelo y confinando a su tiránica carcelera entre los barrotes de su imaginación.</div>
<div align="justify">
Como hemos visto en otros seminarios en lo referente a dicha <i><a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2009/01/la-maldicin-de-la-lucidez-ii-la-falta.html">pérdida</a></i> primordial, a dicha estructural auto-percepción de dependencia hacia el Otro como dador, el niño <i>fantasea</i> la presencia del pecho y de su portadora, alucinando la satisfacción de sus necesidades en ese duermevela constante al que se reduce su existencia en los primeros meses de vida.</div>
<div align="justify">
Hasta aquí todos podemos comprender lo adaptativo de este proceso de recreación alucinatoria pero, tan sólo meses después, con la <i>conquista</i> del propio cuerpo y de la <i>especularidad</i>, el niño nos sorprende con la adquisición de una nueva capacidad: la de fantasear las <i>ausencias</i> de la madre en momentos de <i>presencia</i> real. Ha llegado la hora de la venganza. Autores como Melanie Klein teorizan que el niño se debate entre la <i>depresión</i> y la <i>manía</i>, entre la fantasmática destrucción de la <i>madre nutricia</i> y la posterior <i>reparación</i> e <i>introyección</i> de la misma. Desde esta orientación teórica, no sería descabellado argumentar que el infante, todo él necesidad, sólo accederá a amar al objeto como <i>formación reactiva</i> (reparadora) de su anterior deseo de destrucción del mismo.
<div align="justify">
En este momento en el que el niño entremezcla <i>sadismo</i> y <i>reparación</i>, destrucción y reencuentro, Freud ubica el fenómeno del <i>“fort-da”</i> como culminación del duelo hacia la figura materna, como triunfo de lo <i><a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/tres-registros-iv-el-campo-de-lo.html">simbólico</a></i> sobre lo <i><a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/tres-registros-iv-el-campo-de-lo.html">real</a></i>. A partir de este clivaje en la <i>subjetividad</i>, el ser humano se encontrará en una extraña tierra de nadie, a merced de pulsiones de destrucción y de los encontrados sentimientos que estas generan al ascender a la conciencia.</div>
<div align="justify">
Y es que toda <i>dependencia</i> conlleva generar <i><a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/10/transferencia-v-positiva-vs-negativa.html">transferencia negativa</a></i> en un segundo plano, y en esta paradoja económica se articulan –ambivalentes- los diferentes sentimientos afectivos: desde la amistad hasta la familia, pasando por nuestra pareja. Todas nuestras apuestas libidinales son desplegadas a consta de recortes en nuestro propio <i>narcisismo</i>, por lo que no debiera extrañarnos que nuestro Yo inconsciente odie justo aquello que nuestro Yo consciente ama y necesita. Con idéntico mecanismo al que nos vimos obligados a recurrir para ubicar la <i>falta materna</i>, a menudo nuestro Yo más oculto juega a asesinar a nuestros seres queridos, dibujando escenarios terribles que emergen a nuestra conciencia sin haber sido invitados.</div>
<div align="justify">
Esta sería una utilización del goce claramente obsesiva, siendo esta una estructura que prototípicamente reprime el <i>sadismo</i>. Como hemos ido advirtiendo en otros seminarios, el obsesivo constantemente inhibe la agresividad inherente a toda relación y, como pago, ésta se acumula en estratos inconscientes y habla desde ellos. <i>Asesina desde ellos</i>. Percibiendo mensajes que intuye propios pero vive como ajenos, al obsesivo solo le queda esperar que el mandato <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Superyo">superyóico</a> haga acto de presencia, de manera aún más sádica que sus pueriles ideaciones inconscientes. Con independencia de los rituales (más o menos mágicos) que el obsesivo levante como muralla defensiva, el proceso se cierra infinito siempre bajo la misma fórmula, atendiendo a la dinámica que se observa en el gráfico que encabeza el artículo.</div>
<div align="justify">
Pese al ejemplo, la neurosis obsesiva no es (ni mucho menos) la estructura de personalidad más afianzada en el uso y abuso del goce. Como veremos más adelante, desde el territorio de la histeria también se reclama el usufructo de tan preciado veneno.</div>
</div>
Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-79773324930787462752009-02-06T00:00:00.001+01:002009-02-06T00:00:00.257+01:00El Goce (I). Introducción<p align="justify"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRiQpO28QMqau5K4FViO2ZMp7OLXlWX2t6TjY9FQCvcjzgmMGSIlsKc3FECncRrJcKBZQpV45G63mltAADNvgCYu_17KGWVJADWCZWBqk8p3LXQZnpC6IjrbC3M5MLFOu03-A9oq_pUck/s1600-h/El%20ahorcado%5B5%5D.jpg"><img title="El ahorcado" style="border: 0px none ; margin: 0px 0px 0px 15px; display: inline;" alt="El ahorcado" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJUCXNVBUOcs0mRNcwvTuWpP6F_crHTqqYF3RQheddPjg1ufc5IYTf04XyUVooTg9IhinUaINDN8c_vij8-wguvKeRd7lmYlNxDAzdhctVpIZwqjJ7sx2OMFEZecSIoNkCAABOV8D-muw//?imgmax=800" align="right" border="0" width="150" height="318" /></a> <span style="color: rgb(255, 102, 102);">Disfrutar jodiéndose.</span></i></p> <p align="justify"><i></i></p> <p align="justify"><i></i></p> <p align="justify">Concepto difícil donde los haya, el <i>goce</i> psicoanalítico dista enormemente del concepto popular; allí donde en la calle es considerado como una manifestación de placer y satisfacción consciente, la teoría analítica lo reserva como un rudimento del déficit, a menudo como un embajador de la queja y el recorte.</p> <p align="justify">Pese a que Freud ya intuyó su oculto funcionamiento en instancias inconscientes, debemos a Lacan toda la articulación teórica que a posteriori se articuló sobre este incómodo concepto: El <i>goce fálico</i>, el <i>goce del Otro</i>… goce masculino y goce femenino respectivamente; un fenómeno universal hilvanado al lenguaje y entrelazado con la <i>cadena significante</i>, con la perpetuidad de la <i>demanda</i> y con la <i>repetición</i>.</p> <p align="justify">No obstante navegar por aguas lacanianas nos dirige a extraños puertos, pues toda la teorización del goce se dibuja como un territorio a menudo hermético, de dificilísima comprensión, sospechosamente lejano cuando debiera ser (como lo fue para Freud) económicamente intuitivo.</p> <p align="justify">De hecho y con posterioridad, gran parte de la escuela lacaniana ha construido su corral en torno a la hermenéutica del goce, cacareando oscuros teoremas y encriptando aún más un mensaje de por sí complejo, un concepto del que exigen <i>usufructo</i>. Desde aquí denunciamos el abuso teórico, y como alternativa (tampoco somos especialmente originales) proponemos un cambio de rumbo a las antiguas cartas de navegación, un retorno a Freud.</p><p align="justify">Y en dicha empresa embarcaremos en las próximas entradas.<br /></p>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-1285096783002217302009-02-04T12:02:00.011+01:002015-02-22T19:17:09.152+01:00Can Cerberos, el guardián de las tópicas<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJjc2tOiBGB_DudDbI6uckb7rm5OuA1O0UMS-PevR_6ASf0B8w5e2Kr_sGUzVb6OgnFRbmrkAv6IzDbj5SJEpATMyya4cl6WDFZriTIenRcYo7DpcfIOJr8UeN4SHukfzaCCL7N-Tt11I/s1600-h/Cancerbero.png" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJjc2tOiBGB_DudDbI6uckb7rm5OuA1O0UMS-PevR_6ASf0B8w5e2Kr_sGUzVb6OgnFRbmrkAv6IzDbj5SJEpATMyya4cl6WDFZriTIenRcYo7DpcfIOJr8UeN4SHukfzaCCL7N-Tt11I/s400/Cancerbero.png" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5298915425170963090" style="cursor: pointer; float: right; height: 225px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 280px;" /></a>Moviéndonos cautelosos entre las tópicas freudianas, y siguiendo con la intervención, ¿en qué nos centramos? ¿Modificamos la estructura <em>inconsciente</em> de la personalidad o rectificamos los rasgos de carácter <em>conscientes</em>?<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
Guardemos momentáneamente el bisturí. Echemos antes una detenida mirada al paciente que, paradójicamente y sin anestesia alguna, nos implora un cambio al otro lado de la mesa de operaciones. Para cada caso particular, e independientemente de la demanda del paciente (a menudo desencaminada) debemos evaluar dónde se localiza el foco sintomático.</div>
<div align="justify">
En una mayoría de casos los pacientes acuden propositivamente a terapia con una demanda sincera y sopesada: desean un cambio que se les ha antojado imposible en circunstancias anteriores. Una vez abandonan la queja histeriforme y se olvidan de atribuir sus fracasos a causaciones externas (proceso que de por sí puede ser arduo en algunos individuos), comienza a dibujarse, a nivel inconsciente y en un terreno vetado y de difícil acceso, un esbozo de personalidad oculta, una sombra de sí mismos que, desde bambalinas, orquesta una sinfonía sintomática contraria a sus propósitos conscientes.
<br />
<div align="justify">
El ejemplo más claro de esta configuración intrapsíquica la encontramos en el colectivo <em>fóbico</em>; Generalmente educados, sociales y adaptados al <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Imaginario">imaginario</a>, y con un envidiable control del sadismo que les aparta de la problemática histeriforme clásica, estos perfectos ciudadanos, estos afables jugadores de lo social, esconden un yo inconsciente siempre deficitario; un tramposo tahúr que les exige anclarse a la inferioridad y al pesimismo. Cualquier indicio de remonte, cualquier sospecha de mejora consciente, precipita una sensación de desconfianza (la denominada <i>señal de angustia</i>) que acostumbra a venir acompañada de diversos <i>actings</i> y retrocesos terapéuticos. En estos individuos se observa claramente hasta qué punto su personalidad inconsciente se ha hermanado con el <i>beneficio secundario </i>que el síntoma le procura, hasta qué punto han hecho de la convivencia con la patología y el recorte un estilo de vida en sí mismo.</div>
<div align="justify">
Y es que existe una ley máxima que el fóbico obedece a ultranza: <i>“la satisfacción del momento es la ruina del siguiente”<a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=3635905037137377926#_ftn1_4015" name="_ftnref1_4015"><b>[1]</b></a></i>. Anticipándose al pago que cree le espera, agazapado entre la angustia, el fóbico se auto-mutila constantemente, perseverando en una poda que le asegura un mínimo de estabilidad, siempre perentoria. De ahí al masoquismo ahí un recorrido anecdótico. Hiladoras del <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Goce"><i>goce</i></a>.</div>
<div align="justify">
Moviéndonos en arenas movedizas, alejar del síntoma a estos individuos (a priori el principal objetivo de cualquier terapia) se convierte en el disparador de una alarma inconsciente, en el percutor de la angustia... angustia de <i>disolución yóica</i>. </div>
<div align="justify">
De hecho, Lacan, en su seminario de 1962, desenmascara la demanda fóbica al establecer que la angustia aparece <i>“cuando desconozco mis insignias”</i>, cuando <i>“no sé lo que soy como objeto para el Otro”<a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=3635905037137377926#_ftn2_4015" name="_ftnref2_4015"><b>[2]</b></a></i>. Al fóbico no le gusta la imagen que le devuelve el espejo pero, al ser invitado a ponerla en entredicho, siempre preferirá la distorsión (lo <i>malo conocido</i>) que no reconocerse en la nueva imagen (“desconocer sus insignias”). De esta forma esta estructura representa de manera prototípica la batalla entre el yo consciente y el inconsciente, la aporía del <i>“ten cuidado con lo que deseas”</i>.</div>
<div align="justify">
Y es que ante la incómoda pregunta de nuestro deseo (el <i>che vuoi?</i> lacaniano) nos encontramos con dos respuestas por cada individuo: una de ellas sale espontánea en la primera entrevista (“deseo estar bien”, en su forma más ingenua), pero otra respuesta comienza a emerger cuando la andadura terapéutica acumula cierto recorrido. De nuevo, dos personalidades cohabitan en cada sujeto, dos esferas (a la manera de Szondi: el <i>perfil del primer</i> y el <i>segundo plano</i>) que no necesariamente comparten objetivos.</div>
<div align="justify">
La neurosis obsesiva, en cambio, suele constituirse en un universo diferente. Con estas personalidades a menudo se advierte que la problemática afecta más a la superficie, a la imposibilidad de crear una máscara adaptativa, que al hecho de ser hablados por su patología inconsciente. De hecho, allí donde en las fobias podríamos hablar de un <i>Yo masoquista</i>, en la neurosis obsesiva el Yo inconsciente pasa por ser la víctima de un superyó característico, especialmente <i>sádico</i>. Generalizando mucho (con todos los problemas que esto nos pueda acarrear) podríamos decir que allí donde conviene enmudecer al <i>yo fóbico</i> interesa dar la palabra al <i>yo obsesivo</i>.</div>
<div align="justify">
Y de este modo debemos ser extremadamente cautos a la hora de intervenir, pues el equilibrio entre lo <i>deseado</i> y lo <i>indeseable</i> es más sutil y adaptativo de lo que el paciente está dispuesto a admitir. En lo que se refiere a las características de nuestra personalidad, excederse en la manifestación de un rasgo a nivel consciente, evidenciarlo al extremo, equivale a coartar y reprimir su parte antagónica, que capitaneará en forma de pulsión impulsos que se nos antojarán ajenos y sintomáticos. Como almacén de las antítesis, el inconsciente atesora los <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2009/01/esquema-lambda-v-el-reino-de-los.html">fantasmas</a> que expulsamos de nuestra consciencia, y el Yo que allí habita se convierte en su portavoz, guardián y cancerbero<a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=3635905037137377926#_ftn3_4015" name="_ftnref3_4015">[3]</a>.</div>
<div align="justify">
<span style="color: #ff6666;">Como viene siendo costumbre después de desarrollar un concepto, os dejo el archivo para descarga:</span> "<a href="http://dl.dropbox.com/u/4529606/Blog%20GFS/Documentos/PDF/20080715.%20Inconsciente.pdf">Inconsciente.pdf</a>"</div>
<div align="justify">
<hr align="left" size="1" width="33%" />
</div>
<div align="justify">
<a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=3635905037137377926#_ftnref1_4015" name="_ftn1_4015">[1]</a> H.P. Lovecraft.</div>
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<a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=3635905037137377926#_ftnref2_4015" name="_ftn2_4015">[2]</a> Seminario <i>“La angustia”</i>, 14 de noviembre de 1962.</div>
<div align="justify">
<a href="http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=7772948331531586677&postID=3635905037137377926#_ftnref3_4015" name="_ftn3_4015">[3]</a> En la mitología griega, Cerbero (‘demonio del pozo’), también conocido como Can Cerberos, era el perro de Hades, y guardaba su puerta (el inframundo griego), asegurando que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar.</div>
</div>
Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-89331064312747506502009-02-02T00:00:00.002+01:002009-02-02T00:00:00.237+01:00El reverso de la Navaja de Ockham<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC9kUbrfvOq09xjdkftXCsDwmE4pb6HToMnIAimknIlfDQt04oiprs4XF9lymYmN7nNPqiUrPrxm5jY6Pj6Fm7J0ncIGPJlGerVZu9FML8WFC0xSWc85ML7xBeACJYjv1IycHU3qqbbwE/s1600-h/Navaja+Ockham+copia.png"><img title="Ockham killed the psychoanalytic star" style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 93px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC9kUbrfvOq09xjdkftXCsDwmE4pb6HToMnIAimknIlfDQt04oiprs4XF9lymYmN7nNPqiUrPrxm5jY6Pj6Fm7J0ncIGPJlGerVZu9FML8WFC0xSWc85ML7xBeACJYjv1IycHU3qqbbwE/s400/Navaja+Ockham+copia.png" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5293748849715913202" border="0" /></a>La <span style="font-style: italic;">navaja de Ockham</span> (o <span style="font-style: italic;">principio de economía</span> o de <span style="font-style: italic;">parsimonia</span>) hace referencia a un tipo de razonamiento basado en una premisa muy simple: <span style="font-style: italic;"><span style="color: rgb(153, 153, 255);">en igualdad de condiciones la solución más sencilla es probablemente la correcta</span>.</span> El postulado es <span style="font-style: italic;">Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem</span>, o “no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias”.<br /></div><div style="text-align: justify;">Concepto elegante donde los haya, la navaja de Ockam ha sido (hasta hace poco) el exponente más claro del método científico. Abanderando este principio muchas corrientes psicológicas (con el <span style="font-style: italic;">conductismo</span> como vertiente más representativa) ha criticado el exceso de variables a contemplar por el psicoanálisis que, y hemos de reconocerlo, a todas las observables añade aquellas que son de índole <span style="font-style: italic;">pre</span> o incluso <span style="font-style: italic;">inconsciente</span>. A causa de este cambio de paradigma, a partir de los años sesenta la psicología entró en una etapa experimental, en un nuevo enfoque del estudio de la personalidad que, obviando las variables no observables, se centraba en las manifestaciones medibles para establecer estudios, ponderaciones e inferencias.<br />Resulta evidente que según la corriente psicoanalítica la personalidad bebe de variables difícilmente observables. Allí donde la navaja de Ockham aconseja rendirse ante la evidencia más plausible y coherente, y centrar el área de estudios en la superficie del iceberg, el psicoanálisis propone desplegar todo un equipo de submarinistas, buscando vestigios sumergidos en un más allá de la evidencia.<br /><span style="font-style: italic; color: rgb(153, 153, 255);">“…no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias”</span><br />De acuerdo con la premisa, pero ¿quién estipula cuáles son las variables <span style="font-style: italic;">absolutamente</span> necesarias? Ahí entramos en la polémica que, desde Kant en su <span style="font-style: italic;">crítica a la razón pura</span> hasta el propio Einstein con su <span style="font-style: italic;">teoría de la relatividad</span>, han venido sosteniendo autores que se auto-posicionan más allá del constructo de Ockham.<br />Adentrándonos un poco más en dicha polémica, en el lado antitético al <span style="font-style: italic;">principio de parsimonia</span> nos encontramos con el <span style="font-style: italic;">principio de plenitud</span>. Según éste, <span style="font-style: italic;">“todo lo que sea posible que ocurra, ocurrirá”</span> y, pese a lo arriesgado de sus bases, sirve de marco teórico para la moderna física cuántica, la teoría del caos, los estudios de antimateria, la teoría de cuerdas, la hipótesis del multiverso, el análisis de fractales…<br />Volviendo a terrenos psicológicos, y recuperando a Kant en un fragmento de su crítica a la razón pura: <span style="font-style: italic; color: rgb(153, 153, 255);">“la variedad de seres no debería ser neciamente disminuida”</span>. De hecho, el <span style="font-style: italic;">conductismo</span> ha sido finalmente derrotado por el <span style="font-style: italic;">cognitivismo</span>, un nuevo paradigma que postula que, más allá de la realidad objetiva, más allá de lo observable y cuantificable, lo verdaderamente relevante es la vivencia subjetiva de dicha realidad. De esta forma, la primera década del siglo XXI ha visto renacer el análisis de la personalidad desde un prisma <span style="font-style: italic;">multi-dimensional</span>, por lo que el interés por las variables inconscientes ha vuelto a emerger con fuerza.<br /></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-83069423453792431572009-01-30T00:00:00.007+01:002010-02-09T12:09:34.434+01:00Yo consciente, Yo inconsciente<div style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilFTLfLP_eSL8bP9Vu_DUVTnWJamNxL7UA5gKTh7NuVoD7Vnbw9oLkCww1CZ6WWdNQkpdzF-XAFPGokveAK1TcjYCwmqNIYNkr2bKjbjQiuQyG-trvtVcX_Fw5E3_I5kxVNNdekv3uos4/s1600-h/Mascaras.png" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5293739789436350866" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilFTLfLP_eSL8bP9Vu_DUVTnWJamNxL7UA5gKTh7NuVoD7Vnbw9oLkCww1CZ6WWdNQkpdzF-XAFPGokveAK1TcjYCwmqNIYNkr2bKjbjQiuQyG-trvtVcX_Fw5E3_I5kxVNNdekv3uos4/s400/Mascaras.png" style="cursor: pointer; float: right; height: 218px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 255px;" /></a>En lo referente a la producción sintomática, y para añadir mayor complejidad al conjunto, la personalidad del <span style="font-style: italic;">Yo inconsciente</span> no necesariamente debe coincidir con la del <span style="font-style: italic;">Yo consciente</span>. De hecho, demasiado a menudo nos encontramos con que, por uso y abuso del mecanismo de <span style="font-style: italic;">represión</span>, ambos caracteres se nos presentan diametralmente opuestos, en una suerte de <span style="font-style: italic;">formación reactiva</span>.</div><div style="text-align: justify;">Aún a riesgo de simplificarlo demasiado, podríamos comparar los diferentes yoes del individuo con dos vectores que pivotan sobre un mismo eje. Como una brújula con una doble aguja, el sujeto acostumbra a creer que su personalidad únicamente responde a la parte consciente, ignorando que ésta no es más que un accidente, una manifestación, un resto observable de los procesos que le subyacen. De la distancia que separe la posición de ambos vectores (el consciente respecto al inconsciente) dependerá un mayor o menor ajuste personal, así como una mayor o menor profusión de síntomas.<br />
<a href='#' onclick='Effect.toggle("poq","slide"); return false'>Continuar leyendo ▼</a><div id='poq' style='display: none;'><div style="text-align: justify;">De hecho, en clínica no cesamos de observar personalidades donde el yo consciente reniega de su vertiente oculta, viviéndola como una entidad ajena e incómoda, a menudo incontrolable, ilógica… un resto indeseable, una excrecencia que, al principio intuida y después finalmente admitida, desean que el terapeuta ayude a erradicar. A lo largo del análisis el propio paciente es invitado a advertir que ese otro Yo, aparentemente caprichoso y desadaptativo, ha estado presente en un gran número de decisiones a lo largo de su vida; decisiones que el paciente creía haber tomado conscientemente y que -a la luz de los nuevos descubrimientos- denotan que el inquilino de su inconsciente ya se dejaba oír desde hacía décadas (fue su mudo consejero académico, el que le presentó a su pareja, quien se olvidó los preservativos en casa, su padrino en la boda...) Poseído a su pesar, el yo consciente termina por advertir la <span style="font-style: italic;">trampa de su libertad</span>, lo equívoco de su <span style="font-style: italic;">libre albedrio</span>, el rasgo artificiosamente construido de esa personalidad que <span style="font-style: italic;">creía </span>tan genuina. En esa etapa de la terapia, etapa de revelaciones y resistencias, el inconsciente suele ser percibido a modo de terrorista encubierto: acechando entre las sombras, cautivo en sueños… deshaciendo los avances terapéuticos y volviendo a protagonizar repeticiones patológicas.</div>En resumidas cuentas, la personalidad del individuo se articulará sobre todo a nivel del Yo inconsciente (el “yo oficial”, que denominaba Freud). El disfraz exterior no deja de ser eso: una carcasa social más o menos adaptativa: una pretensión, un ideal, un proyecto… en algunos casos una estrecha cárcel, una pesada armadura que nunca brilla tanto como las armaduras de los otros… Remitiéndonos al tópico freudiano, aquello que pensábamos que nos definía por completo no es más que la punta del iceberg, el receptáculo exterior de una serie de rasgos que explican un tanto por ciento mínimo de toda nuestra complejidad.<br />
Por circunscribir un poco aquello que nos define, deberíamos establecer como punto de partida que la estructura neurótica (el que uno sea predominantemente<span style="font-style: italic;"> obsesivo</span>, <span style="font-style: italic;">fóbico</span> o <span style="font-style: italic;">histérico</span>) se halla firmemente afianzada en terreno inconsciente. Sobre ella se articulan (y aquí entra en juego lo consciente y propositivo) capas y capas de maquillaje yóico, de barniz social, y de distintas lacas protectoras. A menudo esta envoltura cumple una función adaptativa y, por poner un ejemplo, puede compensar la caracterología obsesiva de base (retraída y antisocial), con algunas pinceladas de rasgo histeriforme. El individuo resultante puede ser depositado en el escenario satisfecho de las correcciones que ha aplicado en su guión, temporalmente alejado del síntoma originario.<br />
De esta guisa, las combinaciones son infinitas: <span style="font-style: italic;">fóbicos emprendedores</span>, <span style="font-style: italic;">histéricos contrafálicos</span>… La puesta en escena del gran carnaval del consciente, el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/el-registro-imaginario.html"><span style="font-style: italic;">registro imaginario</span></a>, es la perfecta mascarada donde exhibir aquello que nos hemos creído ser, aún a riesgo de silenciar aquello que realmente somos. Camuflados bajo capas y capas de mala memoria, ingenuidad e ignorancia, jugamos activamente nuestros <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2009/01/esquema-lambda-v-el-reino-de-los.html"><span style="font-style: italic;">fantasmas</span></a> mientras pasivamente somos jugados por nuestra estructura.<br />
De este modo, no nos debería sorprender que la primera medida que tome nuestro terapeuta sea la de <span style="font-style: italic;">aplicar un decapante</span>.<br />
<br />
<span style="color: #9999ff;">Se recomienda consultar una</span> <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/09/el-estadio-del-espejo-ii-la-vida-es.html" style="font-style: italic;">entrada anterior</a>, <span style="color: #9999ff;">relativa a la teatralidad del imaginario.</span></div></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-73184733582753913962009-01-28T00:00:00.003+01:002009-02-04T11:06:20.095+01:00El síntoma a la luz de las tópicas<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiH-2l-iyzr3h3KQaInDJkIvH8mqmPEj9OFDW35I6pfoclIK6MqJZ817vb_rYsfBbjp7yXj3owL2X0vAqDcz_SmYBkhltQN-30-p8z7DoVAD2zxeHoj7wCYN002yHgQ3eGQXVBQqjAF3j8/s1600-h/Procesos+primarios-secundarios.jpg"><img title="Procesos primarios - secundarios" style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 119px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiH-2l-iyzr3h3KQaInDJkIvH8mqmPEj9OFDW35I6pfoclIK6MqJZ817vb_rYsfBbjp7yXj3owL2X0vAqDcz_SmYBkhltQN-30-p8z7DoVAD2zxeHoj7wCYN002yHgQ3eGQXVBQqjAF3j8/s400/Procesos+primarios-secundarios.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5293715720374398146" border="0" /></a>Como hemos podido intuir en la entrada anterior, habrá casos en los que ni siquiera se conforme el <span style="font-style: italic;">signo lingüístico</span> (y el propio Yo reniegue de su paternidad), o bien que, una vez constituido y avalado, no sea debidamente consensuado por el <span style="font-style: italic;">censor moral</span>.<br /><div style="text-align: justify;">Las necesidades instintivas del <span style="font-style: italic;">Ello</span> (libres y ácratas, súbditas del <span style="font-style: italic;">principio del placer</span>) son sometidas a los <span style="font-style: italic;">procesos secundarios</span> en el preconsciente, a la tiranía del <span style="font-style: italic;">principio de realidad</span>. Bajo esta hégira organizativa logramos domesticar nuestros instintos, distanciarnos de los animales y acceder a la cultura y a la humanidad; por ende, al ser sometida a dichos procesos secundarios la posibilidad de que la libido derive por la vía sintomática se multiplica.<br /><br /><ol><li><span style="font-style: italic; color: rgb(153, 153, 255);">Procesos secundarios de inhibición, desplazamiento o aplazamiento de la descarga: </span>Terreno abonado para los caracteres obsesivos; Bajo la etiqueta diagnóstica de <span style="font-style: italic;">masoquismo moral</span>, <span style="font-style: italic;">sentimiento de culpa inconsciente</span>, <span style="font-style: italic;">neurosis de fracaso</span>, <span style="font-style: italic;">inhibición</span> o <span style="font-style: italic;">retentividad</span>, la libido ve cortocircuitada su expresión erótica en el exterior.</li><li><span style="color: rgb(153, 153, 255); font-style: italic;">Procesos secundarios de ligazón de la energía:</span> Como hemos visto anteriormente, problemas en la ligazón de la <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/10/metapsicologa-i-libido.html"><span style="font-style: italic;">libido</span></a> con una representación pueden provocar que ésta última se juzgue intolerable, se reprima, y quede consecuentemente liberado el cuantum libidinal que, huérfano, despersonalizado, será subjetivamente percibido como angustia difusa.</li><li><span style="font-style: italic; color: rgb(153, 153, 255);">Procesos secundarios de temporalidad: </span>Aquí se englobarían sintomatologías en las que la libido no es puesta en escena en el momento adecuado; bien porque es periódicamente revivida (repeticiones patológicas o neurosis de destinado), bien porque emerge a espaldas del Yo (fenómenos de regresión u otros avatares transferenciales).</li><li><span style="color: rgb(153, 153, 255); font-style: italic;">Procesos secundarios relativos al objeto: </span>Todo un universo de posibilidades sintomáticas, la <span style="font-style: italic;">metonimia del deseo</span> puede hacer que el objeto depositario del cuantum libidinal no sea el más adecuado. En un abanico casi infinito, aquí se englobarían la mayoría de las <span style="font-style: italic;">elecciones de objeto</span> equívocas, los problemas y la insatisfacción con respecto a la pareja, patologías relacionadas con el <span style="font-style: italic;">narcisismo</span> y, en último extremo, incluso perversiones. Les remito a toda una <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Elecci%C3%B3n%20Objetal"><span style="font-style: italic;">serie de entradas</span></a> relacionadas con los equívocos posicionamientos de pareja.<br /></li></ol>Una vez más, aconsejo la re-lectura de una <a style="font-style: italic;" href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/09/el-sntoma-i-la-manera-de-freud.html">entrada anterior</a> para profundizar en la teorización del síntoma bajo el prisma freudiano.<br /></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-69097202975694533292009-01-26T00:00:00.005+01:002009-02-04T11:08:57.808+01:00El preconsciente: oficina oculta<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjboWY29oi8BYRw4FYM-7cXlhKIxeMT8Wka12-urXbT8FJhcAT4CxqoWFFDtn04j3O-U-uD3sprHzd9Hgh74pkiu-RgKHOm1d68VKM_nxPFiblXdJtn-JGwZwSgUtzVxWbzF8vyc2CVrmD-/s1600-h/Represi%C3%B3n+copia.png"><img title="Represión" style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 296px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjboWY29oi8BYRw4FYM-7cXlhKIxeMT8Wka12-urXbT8FJhcAT4CxqoWFFDtn04j3O-U-uD3sprHzd9Hgh74pkiu-RgKHOm1d68VKM_nxPFiblXdJtn-JGwZwSgUtzVxWbzF8vyc2CVrmD-/s400/Represi%C3%B3n+copia.png" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5293710808261090546" border="0" /></a>A diferencia de la <span style="font-style: italic;">anarquía</span> que definía al inconsciente de la primera tópica (el <span style="font-style: italic;">Ello</span> de la segunda), regido por el <span style="font-style: italic;">principio del placer </span>y los <span style="font-style: italic;">procesos primarios</span>, el preconsciente se nos dibuja como un departamento antagónico. En este entresuelo latente de nuestra conciencia trabajan burócratas y censores; que acotan, subliman y organizan la libido del sótano (cuando no la reprimen y la devuelven al remitente).<br /></div><div style="text-align: justify;">Para que el material resulte aceptado y adaptativo en el exterior, antes ha de experimentar toda una serie de “controles de calidad”, procesos de selección y criba en los que la libido es circunscrita y doblegada, en los que los <span style="font-style: italic;">significantes</span> se adhieren a <span style="font-style: italic;">significados</span> y (de ser seleccionados para su distribución) ascienden a la consciencia.<br />Una vez se conforma un <span style="font-style: italic;">signo lingüístico</span> (una unión nunca azarosa de un <span style="font-style: italic;">significante</span> y un <span style="font-style: italic;">significado</span>, de una <span style="font-style: italic;">huella mnémica</span> y un <span style="font-style: italic;">afecto</span>), éste deberá ser reconocido por la <span style="font-style: italic;">identidad de pensamiento</span>, necesitando ser apadrinado por un Yo inconsciente que certifique reconocer su autoría y procedencia, supervisando que no se trata de un delirio que haya irrumpido desde lo <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/tres-registros-iii-el-campo-de-lo-real.html"><span style="font-style: italic;">real</span></a>. De esta forma, tutelado por el Yo, un primer producto elaborado (con la libido inicial como principal ingrediente) es reconocido como pensamiento o ensoñación.<br />No obstante el <span style="font-style: italic;">Yo</span> no es el único burócrata en el departamento preconsciente. Pese a ser responsable de un primer reconocimiento del producto, por encima de él se encuentra un supervisor con poder de veto: el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Superyo"><span style="font-style: italic;">superyó</span></a>. El mero hecho de que un signo lingüístico sea apadrinado por el Yo, que sea reconocido como pensamiento propio, no es condición suficiente para que éste ascienda a la conciencia. De hecho, a menudo el criterio moral superyóico invalida la identidad de pensamiento anterior y reniega de su autoría (atribuyéndosela a un otro en un proceso denominado <span style="font-style: italic;">proyección</span>), o bien diferentes filtros de sentimiento de culpa impiden la distribución consciente de un fantasma o fantasía.<br />De esta forma, podríamos convenir que, una vez conseguido el apadrinamiento yóico, el signo lingüístico aún deberá obtener el cuño de <span style="font-style: italic;">certificación simbólica</span>. Sólo de esta manera (ya reconocido y juzgado como adecuado) podrá promocionarse al rango de conciencia, desde donde se manifestará por la vía del <span style="font-style: italic;">pensamiento</span>, del <span style="font-style: italic;">lenguaje</span> o del <span style="font-style: italic;">acto</span>.<br />No obstante, como veremos en la próxima entrada, esta no es la única vía de manifestación libidinal.<br /></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-21366423496236049872009-01-21T00:00:00.006+01:002010-02-09T12:10:43.154+01:00Primera Tópica: El inconsciente sustantivo<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQZJK-f867GlhGY-0kgn_wJWoPoNiEE7m24pbtU6LlyyRHyoE_lBJ6z_Xi-TZoC_xM4TGSK23FpD3cZQcaPOW9pfYMaP29w8sMVXR93tajK-Wwv2EHpeeGASufgIh2TakZ8Wk00pGUH5c/s1600-h/Cuadro+t%C3%B3picas.jpg"><img title="Cuadro tópicas" style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 255px; height: 340px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQZJK-f867GlhGY-0kgn_wJWoPoNiEE7m24pbtU6LlyyRHyoE_lBJ6z_Xi-TZoC_xM4TGSK23FpD3cZQcaPOW9pfYMaP29w8sMVXR93tajK-Wwv2EHpeeGASufgIh2TakZ8Wk00pGUH5c/s400/Cuadro+t%C3%B3picas.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5293432556746404002" border="0" /></a><span style="font-style: italic; color: rgb(153, 153, 255);">En las próximas entradas pretendo retomar el concepto de las tópicas freudianas, su nacimiento teórico, su formación psico-genética, así como los procesos que subyacen a todo el complejo aparataje intrapsíquico. A tal fin, aconsejo que éste y las próximas entradas sean leídas con el siguiente gráfico a mano (al cliquear encima se agranda y permite su descarga). Un saludo.</span><br />
</div><div style="text-align: justify;"><br />
Freud sistematizó su teoría (de un modo metapsicológico) en la denominada <span style="font-style: italic;">primera tópica,</span> allá por los últimos años del siglo XIX. La primera tópica perseguía localizar y circunscribir los diferentes sistemas intrapsíquicos, y a tal fin el fundador del psicoanálisis delimitó los campos del <span style="font-style: italic;">inconsciente</span>, el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Preconsciente"><span style="font-style: italic;">preconsciente</span></a> y el <span style="font-style: italic;">consciente</span>.<br />
Esta primera presentación en sociedad del concepto de inconsciente sigue vigente en la teorización y práctica psicoanalítica actual; esto es: la llegada de la <span style="font-style: italic;">segunda tópica</span> (allá por 1920 y que próximamente abordaremos en otra entrada) no invalidó en modo alguno a la primera. En este marco inicial, el inconsciente se nos dibuja como un <span style="font-style: italic;">topos</span> aislado, un lugar primigenio (y quizá filogenético) donde moran los instintos más elementales y desde donde parten las pulsiones.<br />
<a href='#' onclick='Effect.toggle("pox","slide"); return false'>Continuar leyendo ▼</a><div id='pox' style='display: none;'>El inconsciente como <span style="font-style: italic;">sustantivo</span> responde (con mayor o menor ambigüedad) a la pregunta <span style="font-style: italic;">¿dónde?</span>, y se caracteriza por estar a merced de los <span style="font-style: italic;">procesos primarios</span>, en el plano más alejado de la <span style="font-style: italic;">conciencia</span> y la <span style="font-style: italic;">percepción</span>, en un territorio errático donde la libido no está ligada, donde el tiempo no transcurre. Este inconsciente es ajeno a lo externo y a la experiencia individual; por lo tanto, inquietantemente anobjetal, únicamente se preocupa de liberarse de las cargas que acumula de la manera más inmediata posible. <span style="font-style: italic;">Omnipotente</span> por definición, el inconsciente de la primera tópica es un recién nacido eterno que no realizó el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Estadio%20del%20espejo"><span style="font-style: italic;">estadio del espejo</span></a>; asocial, intemporal y sin atisbo de duda razonable, este protopsicótico que todos albergamos sólo se preocupa por satisfacer pulsiones e instintos, por dejarse llevar por el <span style="font-style: italic;">principio del placer</span> y su periódica satisfacción.<br />
Tirano necesario, todo él motor libidinal y foco de pulsiones eróticas y de autoconservación, todos los inconscientes se asemejan en su esencia. No hay inconscientes castrados, no hay inconscientes <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2009/01/la-maldicin-de-la-lucidez-ii-la-falta.html"><span style="font-style: italic;">faltantes</span></a>… no hay inconscientes que alberguen siquiera la ideación de enfermedad o muerte. Ajeno a las guerras simbólicas que se juegan en el piso de arriba, el inconsciente se posiciona en un más allá de los dilemas de la personalidad individual: siempre proactivo, siempre afiliado al <span style="font-style: italic;">falo</span>.<br />
Este inconsciente no se forma ni se conforma. ES y EXISTE en su absurda ignorancia, ajeno al <span style="font-style: italic;">cogito cartesiano</span>. Hermanado de serie con la fisiología y nuestro propio soma, esta quintaesencia del ser se muestra incómodamente idéntica al de otras especies animales y, como ya se encargó de evidenciar Freud en su época, es completamente inaccesible a la conciencia y al análisis. Inexpugnable.<br />
Hasta aquí la vertiente del inconsciente de la primera tópica en su cualidad de <span style="font-style: italic;"><span style="color: rgb(153, 153, 255);">motor pulsional</span>,</span> a modo de extraño habitante de nuestra psique con anterioridad a que se conformara nuestro propio Yo. Podríamos decir que, si bien lo social y el lenguaje preexisten al sujeto, su inconsciente (el <span style="font-style: italic;">Ello</span> de la segunda tópica) también nos preexistió antes del advenimiento de nuestra propia autoconciencia. Y nos subyace.<br />
Siempre subyace.<br />
Mas llega el momento (estadio del espejo y metáfora paterna mediante) en el que se produce el <span style="font-style: italic;">Big-Bang</span> de nuestra existencia individual. Tras la <span style="font-style: italic;">Bejahung</span> y el acatamiento a regañadientes de la ley precursora, el sujeto (por primera vez sujeto) se ve compelido a exiliar su omnipotencia y su esencia fálica fuera de campo, y a tal fin se produce una primera represión (<span style="font-style: italic;">represión originaria constituyente</span> - ROC) que inaugura la función del inconsciente <span style="font-style: italic; color: rgb(153, 153, 255);">como almacén</span>. El primer significante en ser extraditado a ese otro campo (<span style="font-style: italic;">significante unario</span> o S1) no deja de ser el propio <span style="font-style: italic;">falo</span>, un constructo que ya no podrá ser reclamado por el individuo pero que, atrincherado en los sótanos del psiquismo, gobernará desde el anonimato todos sus actos conscientes.<br />
Paralelamente a esta represión originaria (repetimos: <span style="font-style: italic;">constituyente</span>) el niño vive el proceso –inaugurando su <span style="font-style: italic;">subjetividad</span> yóica- como una frustración que anclará dicha significación y vivencia castrante en el simbólico (-φ al <span style="font-style: italic;">preconsciente</span>, a fin de cuentas <span style="font-style: italic;">no se puede almacenar la falta en un inconsciente que la desconoce</span>). De esta forma y en resumen, de un golpe el significante unario (el <span style="font-style: italic;">falo</span>) se reprime e inaugura el <span style="font-style: italic;">inconsciente reprimido</span>, al tiempo que un primer significado, una primera vivencia (la <span style="font-style: italic;">castración</span> resultante de su experiencia de frustración), habita inauguralmente el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/tres-registros-iv-el-campo-de-lo.html"><span style="font-style: italic;">simbólico</span></a> hasta entonces inexistente. De este paradójico equilibrio surge un Yo que se posiciona a caballo entre la omnipotencia en el exilio y la aceptación de las leyes desde el simbólico. Cual fénix, de la muerte de la omnipotencia y la certeza nace el individuo…<br />
…como pago, toda una existencia vagando entre la subjetividad y la duda.<br />
Volviendo al inconsciente de la primera tópica, con independencia de los avances yóicos e individuales del sujeto que le acoge, dicho inconsciente continúa con su afán erótico de dar salida urgente a todas las cargas libidinales, de despachar en forma de <span style="font-style: italic;">pulsión</span> toda la tensión interna impidiendo que ésta se acumule. Por contra, el golpe de estado que se ha declarado en el exterior hace que al inconsciente se le acumule la faena: muchos de los paquetes que se envían al piso superior son devueltos sin siquiera ser entregados, con lo que al tiempo que el sótano alberga toda una infraestructura de producción, también se ve obligado a destinar cada vez más espacio a tareas de almacenaje… En un ejemplo que raya lo infantil, del buen balance entre entradas y salidas, entre <span style="font-style: italic;">stock</span> y producción, depende en gran medida la salud mental de todo el “edificio”.<br />
<span style="font-style: italic;">Lo reprimido vuelve… </span><br />
Y es que el espacio dedicado a tareas de almacenaje es limitado, y periódicamente antiguas remesas de paquetes devueltos vuelven a ponerse en circulación, reenviándose a los pisos superiores pero ésta vez sin destinatario. Convertidos por su confinamiento en cartas-bomba, con un mensaje caducado pero aún deseoso de hacerse escuchar, los significantes reprimidos vuelven a un preconsciente que desconoce dónde ubicarlos. Todo el departamento de administración simbólica se ve colapsado por la nueva remesa anónima. ¿El resultado?<br />
<span style="font-style: italic;">…en forma de síntoma.</span><br />
Apartándonos de la metáfora, un síntoma no deja de ser la simbolización de un significante huérfano, un intento desesperado de dotarle de significación y depositarlo en el exterior, todo ello con independencia de que el Yo consciente lo perciba de forma displacentera.<br />
</div></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-59951474821219835612009-01-19T00:00:00.006+01:002015-02-22T19:16:34.264+01:00Lucidez (III). La insoportable levedad del ser<div style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsHBOLRoatAcZwYNNG8z7_0T2Iug0MFmrYOzIhqP3IDz58BU-8Q6z7CElRhQenJ6p-un6RkvsA-DH2AhZEulgGvlqs3KEbB1R3KZ_SqhO8fGEePeds58sIzlw_RP5U7a0W-H3F6zInY-E/s1600-h/Angel.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsHBOLRoatAcZwYNNG8z7_0T2Iug0MFmrYOzIhqP3IDz58BU-8Q6z7CElRhQenJ6p-un6RkvsA-DH2AhZEulgGvlqs3KEbB1R3KZ_SqhO8fGEePeds58sIzlw_RP5U7a0W-H3F6zInY-E/s400/Angel.jpg" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5290823188372457618" style="cursor: pointer; float: right; height: 329px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 294px;" title="El ángel caído" /></a>El ser humano es frágil por naturaleza. Dentro de los corrillos sanitarios (en esos lugares que, entre cafés y chistes negros, tienen prohibido el acceso los "afortunados" pacientes), los médicos bromean que –de saber la realidad de cuán expuesto está a la muerte, sobre cuán ignorante es la medicina a la mayoría de las enfermedades- el individuo de a pie estaría horrorizado ante lo fortuito de su existencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
Que el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/el-registro-imaginario.html"><span style="font-style: italic;">imaginario</span></a> sea una tupida pátina no le quita un ápice a su cualidad de artificioso barniz. Desde nuestra atalaya privilegiada, los analistas observamos como el gradiente de cotidianidad desfila todos los días al otro lado de nuestras mesas, desde el adolescente abrumado por la incapacidad que se atribuye ante los estudios, pasando por el cuarentón desubicado (demasiado similar en sus demandas al adolescente anterior), hasta llegar a esa pareja tan ideal que –circunstancias de la vida- el fin de semana anterior presenciaron cómo la policía extraía a su bebito muerto de la piscina de los vecinos.<br />
<span style="font-style: italic;">(Fragilidad).</span><br />
Volviendo a la clínica psicoanalítica, con excepción de la <span style="font-style: italic;">histeria de conversión</span> (legítima anfitriona de la mascarada imaginaria), tanto la <span style="font-style: italic;">histeria de angustia</span> como la <span style="font-style: italic;">neurosis obsesiva </span>presienten –ya no una presencia- sino a <span style="font-style: italic;">la ausencia</span> agazapada entre los apuntalamientos del decorado. Se trata de dos maneras de intuir dicha evidencia, dos formas de cohabitar con el vacío que -bien por la vía de la <span style="font-style: italic;">angustia</span>, bien por la de la <span style="font-style: italic;">lucidez</span>- hace a estos individuos especialmente sensibles a la letra pequeña.<br />
Allí donde la fobia huye de un vacío del que no puede zafarse, la neurosis obsesiva deambula traviesa por el <span style="font-style: italic;">horizonte de sucesos</span> que conforma su perímetro. Allí donde la neurosis de angustia se aqueja de <span style="font-style: italic;">horror vacui</span>, el obsesivo juguetea con los infinitos y fantasea –nihilista- con destruir o crear universos. Allí donde el <span style="font-style: italic;">“¿y si?”</span> del fóbico convoca monstruos, el <span style="font-style: italic;">“¿y si?”</span> se ha convertido en la forma última de comprender el mundo para el obsesivo, que a su vez queda atrapado en infinitas combinatorias. Por último, allí donde el obsesivo juguetea travieso con la <span style="font-style: italic;">omnipotencia de pensamiento</span> y el <span style="font-style: italic;">solipsismo</span> (asesinando en su afán a la restante humanidad), el fóbico se rodea de humanidad para garantizarse la credibilidad de su propia existencia.<br />
Habitantes limítrofes del –φ.<br />
De hecho, no mantener la distancia de seguridad con dicho agujero (resistente a la simbolización) es una de las prototípicas causas de cierto deslizamiento en el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/09/el-sntoma-iii-la-manera-de-lacan.html"><span style="font-style: italic;">cuarto nudo</span></a>. Sin salir de la acomodaticia neurosis -pero visitando el lado más exacerbado del rasgo- sobre todo la población obsesiva puede (afortunadamente en casos muy minoritarios) rozarse el <span style="font-style: italic;">delirio de autoreferencia</span>. En nuestra clínica recordamos el caso de un paciente que se acercó demasiado a los límites <span style="font-style: italic;">real</span>es del vacío. En un cuadro que nos vino remitido como psicosis esquizofrénica, el muchacho estaba convencido de haber “muerto el (anterior) lunes”. Sin meternos en el proceso terapéutico (que podemos desarrollar en un futuro para quién así lo desee), se trataba de un desliz metafórico en un sujeto obsesivo cercano al TOC, que a lo largo de las sesiones arribó sorprendentemente el puerto de la neurosis.<br />
Saliendo de la siempre problemática área <span style="font-style: italic;">border-line</span> (quizá nunca mejor dicho que en el tema que nos ocupa), la lucidez (obsesiva) se caracteriza por una sensación de haber traspasado un límite implícito, de haber recorrido un sendero más allá de las señalizaciones y, en el proceso, haber roto irreversiblemente un resorte que mantenía la cotidianidad dentro de su cualidad de creíble y confiable. En una fenomenología que nos acerca sospechosamente al temor a la <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/10/afnisis-o-la-muerte-del-deseo.html"><span style="font-style: italic;">afánisis</span></a> (les remito a este problemático concepto), la inconsciente omnipotencia del sujeto pone en tela de juicio la propia capacidad deseante del individuo, que se siente desubicado (sobre todo afectivamente) del <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Imaginario"><span style="font-style: italic;">imaginario</span></a> pero extrañamente cercano a una verdad incómoda.<br />
La sesión con mi paciente derivó (no podría ser de otra forma) al mito de la Caja de Pandora. Al preguntarle sobre qué pensaba encontrar dentro, si creía que la esperanza aguardaba a modo de bálsamo último y reparador, subrayó su carácter lúcido y (evidenciando las lecturas lacanianas que frecuenta durante el fin de semana) contestó:<br />
<div style="text-align: right;">
<span style="font-style: italic;">“Esperanza lo dudaría, pero quizá… </span> <span style="font-style: italic;">…Sí, quizá un espejo”.</span></div>
<br />
Una vez más, y para finalizar con estas entradas dedicadas al concepto de lucidez, adjunto el documento íntegro en formato .pdf. Un saludo.<br />
<div style="text-align: right;">
<a href="http://dl.dropbox.com/u/4529606/Blog%20GFS/Documentos/PDF/20090119.%20La%20falta%20y%20la%20lucidez.pdf">"La falta y la lucidez.pdf"</a><a href="http://yg1vsq.bay.livefilestore.com/y1pJDRvVgVNz7vcUeAeBnN1A6WKWhs0Qy8lrnL05AcX5xNA7dw3yxk3kBcyUjaNYS3_zSRQ8r1QY0iY66N1Fj-wiQ/20090119.%20La%20falta%20y%20la%20lucidez.pdf"><br />
</a></div>
</div>
Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-69866568140972261432009-01-16T00:00:00.004+01:002009-01-26T01:05:40.580+01:00La maldición de la lucidez (II). La falta<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg8AzejHffFqNGoK6RpsfnWqE6N6jwwb7qM4kDvby0r9HnCLdYXb0yJXyoq6DpM9PFLxAsDeNbDIEYRZxl6GLw0rfxEa_U0kDMhyi0X8CZvyDvqJ0qGlZF_4Uz-e4tEDqTM1WAGwjCEPo/s1600-h/Falta.jpg"><img title="La falta" style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 266px; height: 263px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg8AzejHffFqNGoK6RpsfnWqE6N6jwwb7qM4kDvby0r9HnCLdYXb0yJXyoq6DpM9PFLxAsDeNbDIEYRZxl6GLw0rfxEa_U0kDMhyi0X8CZvyDvqJ0qGlZF_4Uz-e4tEDqTM1WAGwjCEPo/s400/Falta.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5290818480988768994" border="0" /></a>Vamos allá, entremos en teoría.<br /><div style="text-align: justify;">En la infancia, de producirse las necesarias castraciones que nos ubican del lado neurótico de la personalidad (y nos alejan de la psicosis mediante el salvoconducto de un <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/09/el-sntoma-iii-la-manera-de-lacan.html"><span style="font-style: italic;">cuarto nudo</span></a>), el lugar que ocupaba el falo en el triunvirato <span style="font-style: italic;">madre-falo-hijo</span> queda vacante, reclamado por un <span style="font-style: italic;">Padre simbólico</span> que exige su propiedad y usufructo más allá del <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/el-registro-imaginario.html"><span style="font-style: italic;">imaginario</span></a>. De este necesario golpe de estado que desarticula la simbiosis madre-hijo queda un vestigio anclado en el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Preconsciente"><span style="font-style: italic;">preconsciente</span></a> del infante, un primer significado que poblará un simbólico recién nacido: la<span style="font-style: italic;"> falta</span>.<br />La falta es, pues, un agujero necesario, el silencio que articula y da sentido a las cadenas significantes. La falta (la castración, el -φ), se convierte en una compañera de viaje a lo largo de nuestro desarrollo evolutivo. Gracias a dicha ausencia –a dicha hiancia- el motor pulsional se pone en marcha invitándonos al equívoco juego del <span style="font-style: italic;">deseo</span>. Más allá, el lenguaje se impone como una necesidad para que nosotros (ya cautivos de dicha incomplitud, de dicha deficiencia estructural) dispongamos de un lugar significante (un ágora social) dónde depositar nuestras <span style="font-style: italic;">demandas</span>.<br />Sólo de este modo, escindidos, agujereados y castrados, comenzamos a dibujarnos como individuos prosociales, en las antípodas del autismo y de la certeza psicótica pero bajo la hégira de la duda y la incertidumbre.<br />Dicho agujero (vestigio de <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/tres-registros-iii-el-campo-de-lo-real.html"><span style="font-style: italic;">real</span></a> puro pero morador de nuestro <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/tres-registros-iv-el-campo-de-lo.html"><span style="font-style: italic;">simbólico</span></a> más insospechado) será cubierto por estratos de consciencia e imaginario. El falo, exiliado fuera de juego por un <span style="font-style: italic;">Padre simbólico</span> que no volvió a coincidir con el <span style="font-style: italic;">Padre imaginario</span>, es atribuido a otros objetos exteriores, convirtiéndose en la moneda de cambio (el <span style="font-style: italic;">agalma</span>) de todo un corolario de relaciones sociales y personales.<br />Si a esto le añadimos la problemática edípica, todos somos hijos aguardando un reencuentro, renegando de una falta que –pese a todo- nos obliga a continuar con nuestra particular diáspora. <span style="font-style: italic; color: rgb(153, 153, 255);">"Uno sabe pero se olvida de que sabe, ésa es la manera de convivir con la lucidez. Pero la cosa se complica cuando uno no puede olvidar. El despertar de la lucidez puede no suceder nunca, pero cuando llega, si llega, no hay modo de evitarlo; y cuando llega se queda para siempre. Cuando se percibe el absurdo, el sinsentido de la vida, se percibe también que no hay metas y que no hay progreso. Se entiende, aunque no se quiera aceptar, que la vida nace con la muerte adosada, que la vida y la muerte no son consecutivas sino si-multáneas e inseparables."</span><br />Definida la falta (presuntuoso ejercicio de nomenclar el vacío, casi a modo de DZwG rorschárica), en la próxima entrada retomaremos el esquivo concepto de lucidez.<br /></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-85620730475624777222009-01-14T00:00:00.004+01:002015-02-22T19:14:43.923+01:00La maldición de la lucidez (I)<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: red; font-style: italic;">Dedicado a Nuria, por el prestamo</span><span style="color: red;">.</span></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrC1179xcBN8Rt5j0rWuQJ1HP8nAoqx2Lvk9L-dYSGnCGcFhSfQFf82RfNv4Vzw4-eHQVEejU6qW5LjkD241eXLDkPvDHHQEoub3XRcLajZrWBLzSt0iAuvJYgn3MzawmAQGe6fVE53Mw/s1600-h/Maldici%C3%B3n.png" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrC1179xcBN8Rt5j0rWuQJ1HP8nAoqx2Lvk9L-dYSGnCGcFhSfQFf82RfNv4Vzw4-eHQVEejU6qW5LjkD241eXLDkPvDHHQEoub3XRcLajZrWBLzSt0iAuvJYgn3MzawmAQGe6fVE53Mw/s400/Maldici%C3%B3n.png" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5290812734636233474" style="cursor: pointer; float: right; height: 316px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 340px;" title="Lucidez" /></a><br />
El otro día una paciente me regaló <span style="font-style: italic;">un saber</span>, una reflexión, un trozo de conocimiento que engrosará el montante de <span style="font-style: italic;">supuestos saberes</span> que otros pacientes me atribuirán. Resulta paradójico que un analista se construya con restos de la deconstrucción de sus analizados. Es lo que hay.</div>
<div style="text-align: justify;">
Volviendo a la paciente, en un momento dado de la sesión, al preguntarle por el fin de semana, comentó haberlo pasado <span style="font-style: italic;">regateando la lucidez</span>, ya que –y en este punto me preguntó:- <span style="font-style: italic;">“¿sabes que lucidez proviene etimológicamente de Lucifer?”</span>. Al hilo de la conversación, la paciente me citó el nombre de una película argentina, <a href="http://www.filmaffinity.com/es/film225948.html"><span style="font-style: italic;">Lugares comunes</span></a>, de cuyo guión recordaba haber extraído la información. Adjunto un fragmento textual del filme:<br />
<span style="font-style: italic;"></span><br />
<blockquote style="color: #9999ff;">
<span style="font-style: italic;">"Uno sabe pero se olvida de que sabe, ésa es la manera de convivir con la lucidez. Pero la cosa se complica cuando uno no puede olvidar. El despertar de la lucidez puede no suceder nunca, pero cuando llega, si llega, no hay modo de evitarlo; y cuando llega se queda para siempre. Cuando se percibe el absurdo, el sinsentido de la vida, se percibe también que no hay metas y que no hay progreso. Se entiende, aunque no se quiera aceptar, que la vida nace con la muerte adosada, que la vida y la muerte no son consecutivas sino simultáneas e inseparables. Si uno puede conservar la cordura y cumplir con normas y rutinas en las que no cree, es porque la lucidez nos hace ver que la vida es tan banal que no se puede vivir como una tragedia. </span> <span style="font-style: italic;">Es un don y un castigo, está todo en la palabra: lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio; pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. Lúcido viene de Lucifer y Lucifer viene de luz y de ferous, que quiere decir “el que tiene luz”, el que trae la luz que permite la visión interior, el bien y el mal, todo junto; el placer y el dolor. La lucidez es dolor. El único placer que uno puede conocer, el único que se parecerá remotamente a la alegría, será el placer de ser consciente de la propia lucidez: el silencio de la comprensión, el silencio del mero estar. En esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal. Pizarnik: genial. </span> <span style="font-style: italic;">El lúcido puede seguir viviendo mientras conserve el instinto de la especie, el impulso vital. Es muy posible que, con los años, esa fuerza oscura e instintiva se pierda. Es necesario entonces apelar a algo parecido a la fe; hay que inventarse un motivo, una meta que nos permita reemplazar el impulso animal perdido por una voluntad fríamente racional. Pero esa voluntad es muy difícil de mantener. De repente, sin motivo, se va, se apaga, desaparece. Es entonces cuando se sigue o no se sigue, se puede o no se puede. Y si no se puede no hay culpa. No importa el amor de los otros ni el amor que uno siente por ellos: si uno no sigue, todo sigue sin uno y sigue igual. Todo pasa, pasa la ausencia. Se conoce la muerte antes de morir, es un final antiguo, un final muy común, es un final deseado que se espera sin temor porque uno lo ha vivido ya muchas veces. Todo da igual."</span></blockquote>
<br />
Para disponer de todas las cartas sobre la mesa, la ca(u)salidad quiso que la misma paciente, en la siguiente sesión, me preguntara por el concepto de <span style="font-style: italic;">“hiancia”</span> (por lo visto, alimenta traviesa sus fines de semana con lúcidas lecturas lacanianas).<br />
Hasta aquí por hoy, en la próxima entrada entraremos en teoría.</div>
Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-25601037143389468052009-01-12T00:00:00.007+01:002010-02-07T16:37:05.506+01:00Esquema Lambda (VI): La S barrada, la S deseante<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdE86DVIQOrwRwb27PyIZxExiS2jKN-TMQ25fkhPzCk62Hrzx3goLdYfx8ktyjl42YJiDPoqQVC1BqDkckMHm_VXRog7kT2KA2XQFvmKhyIN2QXJnXE34F9z8hBqFgyTjflFIWk4kwa5k/s1600-h/S+deseante.png"><img title="S Barrada" style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 141px; height: 234px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdE86DVIQOrwRwb27PyIZxExiS2jKN-TMQ25fkhPzCk62Hrzx3goLdYfx8ktyjl42YJiDPoqQVC1BqDkckMHm_VXRog7kT2KA2XQFvmKhyIN2QXJnXE34F9z8hBqFgyTjflFIWk4kwa5k/s400/S+deseante.png" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5288155324785129570" border="0" /></a>En un último ejercicio de abstracción, el inconsciente queda representado en el esquema Lambda como una <span style="font-style: italic;">S</span> mayúscula pero, ¿por qué barrada?<br /></div><div style="text-align: justify;">El hecho de barrar el inconsciente es una forma de evidenciar la necesaria condición <span style="font-style: italic;">castrada</span> del sujeto. El inconsciente queda castrado (barrado) desde el mismo momento en el que elabora un primer deseo. Cuando el niño, ya realizada la <span style="font-style: italic;">Spaltung</span> y separado psíquicamente de la madre, se percibe que necesita un otro que le proporcione lo que le falta, que cumpla sus deseos, deja de ser omnipotente para comenzar a desear, a demandar. Se construye por vez primera el significante unario (S1), el <span style="font-style: italic;">falo</span>, para ser separado y ubicado en el lugar del <span style="font-style: italic;">Otro Grande</span>, de aquel que lo gestiona y provee. De forma simultánea, el antagónico significante de la castración inaugura la posición de demandante, una posición que el sujeto no abandonará hasta la muerte y que, a cambio, inaugurará el lenguaje y la necesidad de la comunicación.<br />Por partes. La primera demanda dibujará <span style="font-style: italic;">lo faltante</span>, y la Spaltung arrojará el falo a las galeras de lo reprimido en el niño. A partir de ese momento, el infante comenzará a hilvanar demandas en un proceso que, primero, inaugurará el inconsciente, segundo, hará necesario acatar la primera ley (la de dominar el lenguaje y someterse a las leyes de su construcción), y tercero, por extensión, el niño iniciará su andadura por el imaginario de lo social, creando nuevos lazos de comunicación e introyectando un sistema cada vez más complejo de leyes y normas.<br />Aquello que nos atenaza, que nos enlaza de por vida a los eslabones del discurso y la concatenación de Lambdas, que nos aliena es -paradójicamente y al mismo tiempo- aquello que nos regala un primer traje para pasear por el <a style="font-style: italic;" href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Imaginario">imaginario</a>, que va dibujando nuestro Yo y nuestra denostada neurosis.<br />A fin de cuentas, cadenas que nos hacen libres, ataduras simbólicas y preconscientes que posibilitan nuestro deambular consciente.<br /><br />Una vez más, y para finalizar con estas entradas dedicadas al esquema Lambda de la intersubjetividad, adjunto el documento íntegro en formato .pdf. Un saludo.<br /><div style="text-align: right;"><a href="http://dl.dropbox.com/u/4529606/Blog%20GFS/Documentos/PDF/20080721.%20Introducci%C3%B3n%20al%20Esquema%20Lambda%20de%20la%20intersubjetividad.pdf">"Introducción al Esquema Lambda.pdf"</a><br /></div></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-63185388761090966512009-01-09T00:00:00.002+01:002009-01-21T13:12:43.725+01:00Esquema Lambda (V): El reino de los fantasmas<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixwEowB4fOVXp3-xlqWrq7QbjPLbVp6DHjw9l4ccxFy7iQ7IkmpTldkt7T-5lrShRQc21jdHkoBH2xQxmtTyJNi6G69IsqMKKd4rlt8fOYG0GjS9oI7LMAdtwkaVZSTalSSfScAbaoD8g/s1600-h/Fantasmas.jpg"><img title="Fantasmas" style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 227px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixwEowB4fOVXp3-xlqWrq7QbjPLbVp6DHjw9l4ccxFy7iQ7IkmpTldkt7T-5lrShRQc21jdHkoBH2xQxmtTyJNi6G69IsqMKKd4rlt8fOYG0GjS9oI7LMAdtwkaVZSTalSSfScAbaoD8g/s400/Fantasmas.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5288153475175543762" border="0" /></a>Nuevamente, la supuesta intencionalidad y la consciente independencia del hablante hace aguas. Desde el paradigma psicoanalítico, toda relación, cualquier combinatoria entre un sujeto y otro, por novedosa que resulte, va a beber de fuentes inconscientes, de relaciones pasadas y a menudo estereotipadas.<br /></div><div style="text-align: justify;">En un supuesto que ha levantado numerosas críticas (a menudo debidas a que defiende un cierto mecanicismo y a que hiere de muerte al individualismo yóico), el psicoanálisis defiende que toda relación adulta está mediatizada por esquemas establecidos en la infancia. Se trata del pago exigido por abandonar el nido demasiado tarde. Nuestra especie paga -con el neuroticismo como moneda- la afrenta de criar a los individuos hasta casi la treintena. Curiosamente, serán esos mismos individuos los que defenderán a ultranza su individualidad y su Yo consciente, y hasta cierto grado es comprensible: deben rellenar de coherencia la inversión realizada durante años en capas y capas de maquillaje yóico.<br />En fin, dando por válida la hipótesis de la repetición de las relaciones, tenemos que ser cautos al re-examinar la agenda: el por qué de nuestras amistades, lo casual de nuestra elección de pareja, por qué nuestro discurso florece con determinadas <span style="font-style: italic;">a’</span>, mientras que se coarta y casi extingue en presencia de otras… En la línea que se dibuja entre el inconsciente y el otro, entre la <span style="font-style: italic;">S</span> barrada y la <span style="font-style: italic;">a’</span>, se ubicará el fantasma, a modo de metáfora sobre la elección inconsciente que tomamos en la infancia y que regulará (desde lo insabido, desde lo casual) cualquier comunicación que establezcamos con nuestro entorno.<br />Como hemos visto en otros seminarios, los pequeños exámenes realizados en la infancia van a determinar todas nuestras interacciones. Ser <span style="font-style: italic;">activo </span>o <span style="font-style: italic;">pasivo</span>, ser <span style="font-style: italic;">fálico</span> o <span style="font-style: italic;">castrado</span>, afiliarse al <span style="font-style: italic;">Ser</span> o al <span style="font-style: italic;">Tener</span>… van a ser condicionantes de la comunicación, afectando de modo decisivo qué atribuimos a causas internas o externas, qué posición desempeñamos con respecto al otro… así como a la manera en la que exhibimos nuestro palmito consciente allá en lo <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Imaginario"><span style="font-style: italic;">imaginario</span></a>.<br />En otro frente, la evolución de nuestro <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Superyo"><span style="font-style: italic;">superyo</span></a>, el modo en el que acatamos la ley o decidimos enfrentarnos a ella, nuestro bagaje infantil con las figuras de autoridad… entre otros factores, a su vez serán determinantes de nuestra relación con la <span style="font-style: italic;">A</span> mayúscula del Lambda.<br />¿Determinados? Parece que sí, pero también determinantes: El rol que asumimos y desempeñamos a su vez articula los fantasmas del vecino, en una interdependencia simbólica y casi infinita de relaciones homeostáticas. Sobre el tablero de lo social se dibujan infinitos Lambdas, que a su vez configuran a amos y a esclavos, amistades y odios, relaciones simétricas y tiranías… volviendo a Matrix, y cerrando la pescadilla obsesiva, todo un universo de atribuciones tan falsas como articulantes.<br /></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-55743517834426713852009-01-06T13:58:00.006+01:002009-01-21T13:13:07.812+01:00Reanudamos el rumbo<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPjXztkLHxDu2ve8rn3DiSKY74pC0CEQZe6SPD-VHPY2oPKOEQxfXp28GARn0CFNuHYzxbAlv3_hPSSZqIL8WQel93G0Tcy-C1r-Lrg4wmOK_igkDvpPQK0ccoQ8rMVB9yeO_q86-sU6g/s1600-h/Volvemos.png"><img title="Volvemos" style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 293px; height: 329px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPjXztkLHxDu2ve8rn3DiSKY74pC0CEQZe6SPD-VHPY2oPKOEQxfXp28GARn0CFNuHYzxbAlv3_hPSSZqIL8WQel93G0Tcy-C1r-Lrg4wmOK_igkDvpPQK0ccoQ8rMVB9yeO_q86-sU6g/s400/Volvemos.png" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5288164683762103234" border="0" /></a>¡Volvemos!<br />Una vez pasadas las fiestas y celebraciones (que en España se extienden hasta la festividad de Reyes, el 6 de Enero), tanto <a href="http://psicoblog-vsb.blogspot.com/">Valentín</a> como yo retomamos la dinámica del blog.<br />En lo que a esta página respecta, el viernes nueve continuaré con las últimas entradas relativas al esquema Lambda, y a partir de entonces el calendario de publicaciones será constante, más o menos al ritmo de los meses anteriores (3-4 entradas a la semana).<br />Aprovechamos también para felicitar a los lectores de nuestras páginas. Os deseamos el 2009 que os mereceis.<br />Un saludo.<br /></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-11452939275109158852008-12-17T00:00:00.003+01:002015-02-22T19:54:11.152+01:00Esquema Lambda (IV): La Rueda del Auxilio<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihRLwVkD1syO1iKcGLXCN2uNotFLNOfPVelnucE4IHpImuubVO-gNq-NQiCPFcQwzh9w3s-BABLkZXom6b5x5uCAGoKt44VNJP7l-mrRx-PekWlyclrWT0jOZNaNUmOIOTxW-uVmOHFrk/s1600-h/Ouroboros.png" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihRLwVkD1syO1iKcGLXCN2uNotFLNOfPVelnucE4IHpImuubVO-gNq-NQiCPFcQwzh9w3s-BABLkZXom6b5x5uCAGoKt44VNJP7l-mrRx-PekWlyclrWT0jOZNaNUmOIOTxW-uVmOHFrk/s400/Ouroboros.png" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5277437139691816178" style="cursor: pointer; float: right; height: 274px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 284px;" title="Ouroboros" /></a><span style="color: #9999ff; font-size: 180%;">Ouroboros</span><br />
<div style="text-align: justify;">
Retomando la autopista <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/el-registro-imaginario.html">imaginaria</a> de la comunicación (<span style="font-style: italic;">a-a'</span>), el analista puede (y debe) acatar la responsabilidad de accionar (o no) el mecanismo de respuesta (de <span style="font-style: italic;">feedback comunicacional</span>, que dirían otros compañeros).<br />
Como se contempla desde la psicolingüística, una de las leyes (implícitas) de la comunicación radica en la <span style="font-style: italic;">bidireccionalidad</span> del discurso. Se da por tácito en ambos interlocutores el pase de relevo continuo, a modo de confirmación de cada comunicación entrante. Una extraña danza de intenciones en las que la educación nos invita a un cortejo de locución y escucha. Se supone una simetría entre ambas partes, que alternan la <span style="font-style: italic;">producción</span> y la <span style="font-style: italic;">recepción</span>. Pese a ello, y quizá debido a ello, desde el psicoanálisis se puede modular el discurso del paciente desde la escucha; la comunicación no es simétrica en el análisis (no debería serlo), y con miras a recordar las distintas posiciones (y a reforzar el carácter <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/tres-registros-iv-el-campo-de-lo.html" style="font-style: italic;">simbólico</a> del otro lado de la mesa), a menudo no se le devuelve el <span style="font-style: italic;">feedback</span> al paciente, coronando con un silencio la entrada de información consciente.<br />
Ese simple mecanismo (no devolver el turno, cortocircuitar la base de las expectativas comunicacionales), de por sí basta para interrumpir lo fluido del continuo consciente, enviando (por ausencia) el balón al campo del paciente. Se frenan de súbito las aspas del <span style="font-style: italic;">molino de palabras</span>, quedando detenida la <span style="font-style: italic;">rueda del auxilio</span>. De esta forma (poco popular en el registro cotidiano) se obliga al emisor a reelaborar su producto, el por qué del rechazo… A rellenar el silencio y, en la mayoría de los casos, a caer en la propia trampa de la <span style="font-style: italic;">proyección</span>.<br />
¿Cómo? Los teóricos de la comunicación ya han postulado que el silencio es tan (o más) comunicativo que la propia fonación. Ante un silencio, el individuo tiende a dotarlo de significación, sobre todo cuando le atribuye <span style="font-style: italic;">un saber</span> al receptor. Una vez iniciado el proceso, el silencio le devuelve el mensaje al emisor, sugiriéndole que en su contenido se encuentra el motivo de la interrupción. Ante la ausencia de respuesta allí donde debería figurar, en el reflejo de lo imaginario, no es de extrañar que el paciente elabore una contestación propia, recién horneada en su propio registro simbólico. Así se inaugura el proceso que podríamos denominar como de <span style="font-style: italic;">proyección guiada</span>.<br />
No debería tratarse de un cliché arbitrario, de un modo de hacer terapia: del mismo modo que el silencio puede ser contundente en el contexto adecuado, su uso indiscriminado siempre es motivo de <span style="font-style: italic;">frustración</span>. La ortodoxia psicoanalítica debería cuidarse de no alimentar el tópico, pues ofrece excusa suficiente para abandonar la terapia, y no precisamente debido a la resistencia del paciente. Un silencio a tiempo habla por sí mismo, una cadena de silencios, por el contrario, hablará a voces de la<span style="font-style: italic;"> inexperiencia del terapeuta</span>, parapetado en el espejo.<br />
Hasta el momento hemos comentado lo que acontece al frenar la rueda del auxilio. No obstante, en ocasiones dicha rueda deberá tener el cometido contrario, no dejar de girar para que el paciente no haga una lectura equivocada, o para impedir que se desate un <span style="font-style: italic;">quantum </span>de angustia no funcional. En cualquier caso, el control de la comunicación, paradójicamente, no va a pertenecer al emisor, sino al eterno receptor analítico, ubicado en una posición de arbitraje del flujo comunicacional, en el terreno que Lacan denominaba del <span style="font-style: italic;">tesoro de los significantes</span>. El psicoanalista administrará mediante el feedback la cantidad de consciente por unidad de tiempo, con miras a que el inconsciente no quede amordazado (reprimido y sintomático) por el sempiterno, consciente y tan acomodaticio molino de palabras.</div>
Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-48801725783048619542008-12-15T00:00:00.002+01:002009-01-21T13:14:00.084+01:00Esquema Lambda (III): La investidura simbólica<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhajLKoXuPOKBynmqevCPD3ccGoBfNwvxejn_E59kUvomkyXKLynHB701cwabLuhtdN9DCylmzZZgE2FwLuVddW4F3Y8HIB4Hgi_Q4zHHg-J4yJJbBEF41BtLI0TgHvaepyO0x7b2eMOTo/s1600-h/SSS.png"><img title="Sujeto Supuesto Saber" style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 248px; height: 190px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhajLKoXuPOKBynmqevCPD3ccGoBfNwvxejn_E59kUvomkyXKLynHB701cwabLuhtdN9DCylmzZZgE2FwLuVddW4F3Y8HIB4Hgi_Q4zHHg-J4yJJbBEF41BtLI0TgHvaepyO0x7b2eMOTo/s400/SSS.png" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5277433042133277234" border="0" /></a><span style="font-size:180%;"><span style="color: rgb(153, 153, 255);">Sujeto Supuesto Saber</span></span><br /><div style="text-align: justify;">En el momento en el que el sujeto decide acudir a terapia, es común que se hayan producido varios intentos (infructuosos) de solventar el problema por otras vías. Al ser humano le gusta creerse poseedor del control de su existencia, y en dicho empeño intenta auto-gestionarse de la forma más independiente posible, llamando a la puerta de la consulta sólo tras agotar sus mecanismos de afrontamiento.<br />En condiciones ideales, el individuo que se nos presenta a la primera entrevista acostumbra a estar desorientado justo en lo que debería ser un experto: <span style="font-style: italic;">él mismo</span>. Tras haber intentado el cambio individualmente, y tras haber deambulado con su problema de amigo en amigo, de <span style="font-style: italic;">a’ </span>en <span style="font-style: italic;">a’</span>, el sujeto por fin se encuentra desdibujado y necesitado de explicación: <span style="font-style: italic;">todo él hecho demanda</span>. Bajo la imperante exigencia de la necesidad, en muchas ocasiones los profesionales del tratamiento seremos automáticamente promocionados a la posición de <span style="font-style: italic;">Sujeto Supuesto Saber,</span> a la ambigua atribución de ser <span style="font-style: italic;">otro</span> diferente a los otros <span style="font-style: italic;">otros</span>: y en esa esperanza el paciente nos ubica del lado del <span style="font-style: italic;">Otro grande (A)</span>, un otro especialísimo (¡por favor, por favor!) que pueda gestionar un conocimiento que a él se le escapa.<br />Es a partir de aquí (en las distancias cortas) cuando un terapeuta se la juega. Dependiendo de cómo sepa desenvolverse en el registro simbólico, acompañando su postura de los conocimientos y experiencia pertinentes, el profesional asentará lo que se ha venido denominando <span style="font-style: italic;">el sittin’</span>. Dependiendo de su orientación, enfocará el tratamiento por la vía del <span style="font-style: italic;">desahogo de lo consciente</span> (desempeño en el <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/el-registro-imaginario.html"><span style="font-style: italic;">registro imaginario</span></a>), o alternando posturas entre una escucha (<span style="font-style: italic;">a’</span>) y otra (<span style="font-style: italic;">A</span>). Aquellos que elijan la primera vía pueden decidir el grado de directividad de su terapia, desde un proceso de <span style="font-style: italic;">compañerismo</span> o <span style="font-style: italic;">guía</span> hasta un proceso de aprendizaje guiado por un <span style="font-style: italic;">terapeuta-tutor</span>. Por lo contrario, incluir la posibilidad del inconsciente como hipótesis de trabajo supone alternar ambas posturas, en un ejercicio dual en el que el analista se mueve en ambos terrenos, perfecto espejo en el imaginario y aventajado embajador del <a style="font-style: italic;" href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/el-registro-imaginario.html">registro simbólico</a>.<br /></div>Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-67169693628636150492008-12-12T00:00:00.005+01:002015-02-22T19:55:04.368+01:00Esquema Lambda (II): La posición del analista<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguocx8W5ur9gHEv8BZLyEJUSsMAoDhGld6EVkAfpsSkT_ytDBkSrdQMkLLStgbxZlfv6GeFJWRtcDQ9tZ2yitzx6P3lswgn8Hb2EZRpupMm39B2EFJPhLH5W3NjhMuoQ4gfVbZh4Vcons/s1600-h/aA+copia.png" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguocx8W5ur9gHEv8BZLyEJUSsMAoDhGld6EVkAfpsSkT_ytDBkSrdQMkLLStgbxZlfv6GeFJWRtcDQ9tZ2yitzx6P3lswgn8Hb2EZRpupMm39B2EFJPhLH5W3NjhMuoQ4gfVbZh4Vcons/s400/aA+copia.png" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5277429507254503810" style="cursor: pointer; float: right; height: 231px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 190px;" title="Aes" /></a><span style="font-size: 180%;"><span style="color: #9999ff;">Orientando la oreja</span></span><br />
<div style="text-align: justify;">
Un psicólogo se hace eco del discurso del paciente. Como profesional de la escucha consciente, se colocará en función del otro (<span style="font-style: italic;">a’</span>), y desde ahí recogerá el discurso y elaborará diferentes estrategias. Dentro del modelo humanista, por citar un ejemplo, se insta a los profesionales a establecer un <span style="font-style: italic;">reflejo terapéutico</span>, siempre devolviendo el discurso y enfatizando, de manera clara e indudable, que ha sido <span style="font-style: italic;">perfectamente entendido</span> y <span style="font-style: italic;">debidamente comprendido</span>. Desde esta perspectiva, el consciente del cliente es el verdadero experto en su vivencia, y el terapeuta se coloca en posición de reflejo de su discurso, empático, subrayando el final de sus frases y potenciando la construcción de las siguientes.<br />
Como se puede adivinar, el profesional cae (y fomenta el uso) del <span style="font-style: italic;">molino de palabras</span>, obligando a la cura (de producirse) a circunscribirse al <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/el-registro-imaginario.html"><span style="font-style: italic;">registro imaginario</span></a> (único campo contemplado por la inmensa mayoría de las orientaciones psicológicas).<br />
A finales del siglo XX la psicología ya comenzó a cambiar el rumbo de su metodología. Después de décadas de <span style="font-style: italic;">conductismo</span>, y bajo la equívoca denominación de <span style="font-style: italic;">cognitivismo</span>, se ha comenzado a contemplar lo importante del sistema de creencias personal. Es un paso. El paciente deja de ser el experto para someterse al escrutinio de una revisión simbólica pero, pese a todo, desde esta perspectiva se sigue negando la existencia de un inconsciente estructurado. Sigue existiendo un único foco de discurso a escuchar, siendo responsabilidad consciente del individuo el reelaborar las cogniciones erróneas.<br />
Para terminar el recorrido paradigmático, el psicoanálisis continúa reivindicando la existencia de un entramado inconsciente y estructurado. A diferencia de la primera lectura aparente, el sujeto no vive tiranizado por unos instintos latentes, sino más bien a la inversa: son dichos instintos los que, silenciados por todo un aparataje consciente, han sido relegados a la condición de inexistentes y, desde el limbo de lo insabido, buscan representación (somática o en discurso) en la cotidianidad del sujeto que les niega la existencia.<br />
Se trata de diferentes maneras de abordar la naturaleza intrapsíquica, pero el psicoanálisis ha sido pionero en reivindicar otros registros donde librar la batalla. De un modo alternativo, el psicoanalista recoge el discurso consciente, pero sin atribuirle la <span style="font-style: italic;">exclusividad</span> y/o la <span style="font-style: italic;">totalidad </span>del mensaje. Manteniendo el <span style="font-style: italic;">punto de atención flotante</span>, ya exhortado por Freud en los inicios de la clínica, el analista se va a mover entre la posición del que escucha (<span style="font-style: italic;">a’</span>), y la posición del que aguarda <span style="font-style: italic;">un otro</span> mensaje (<span style="font-style: italic;">A</span>). Mientras el resto de colegas de profesión ahondan en los contenidos verbales conscientes, en los significados cargados de afecto, el psicoanalista esperará (normalmente desde el silencio) aquello que emerge detrás de las pausas, detrás de los equívocos. Agazapado en las esquinas del significante.<br />
Consecuentemente, mientras un humanista ayuda al cliente a hilvanar su discurso hasta el infinito, un psicoanalista espera y fomenta su disolución, conocedor de que en las fallas de lo consciente es donde aguarda aquello que pugna por hacerse escuchar.<br />
De ahí el fenómeno de la<span style="font-style: italic;"> repetición</span>. Si algo caracteriza a la mayoría de los individuos es su tendencia a reproducir patrones idénticos, pese a que ya se hayan demostrado disfuncionales en el pasado. Como hipótesis, quizá adoptemos esquemas simbólicos sin saber que lo hacemos, condenados a repetir un guión al haber olvidado haberlo aprendido.<br />
Y mientras el consciente da vueltas en ruedas de <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/search/label/Goce">goce</a> y repetición, el inconsciente pugna por ser entendido, reiteradamente. En un curioso fenómeno que también atañe a los psicoanalistas, un sueño puede repetirse hasta que sea correctamente interpretado, acertadamente simbolizado. Independientemente de la brillantez de una interpretación, e independientemente de lo que ésta le guste/disguste al consciente del paciente, podemos hacer un seguimiento de su validez en la medida que el sueño no vuelve a ocupar el tiempo de la terapia, a menudo cambiando de actores pero con el mismo contenido. El inconsciente seguirá cifrando la metáfora de aquello que necesita finiquitar y, tras repetidos intentos fallidos, bien desembocará por la vía del síntoma, bien forzará el abandono de la terapia. A esto último se le viene denominando <span style="font-style: italic;">Reacción Terapéutica Negativa </span>(o RTN en el argot psicoanalítico).<br />
Y es que, puestos a ignorar al inconsciente, ya existen muchas otras corrientes psicologicistas.</div>
Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7772948331531586677.post-27507265600287742242008-12-10T00:00:00.002+01:002015-02-22T19:55:48.278+01:00Esquema Lambda (I): La autopista imaginaria<div style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY-BdzCwCz_NSbPQ1gXHmrDhm8FzmjAFYimmUMq1X7TrC00s3yZzMzOZTwV-OJbMtOFHImVkd4YK4Q9OeWTHZFGjjfSrQ6DXVpdOPRk2vUTJvYHgptXDv4Rglp-mcqChxE__0DqMf2xV8/s1600-h/Lambda.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY-BdzCwCz_NSbPQ1gXHmrDhm8FzmjAFYimmUMq1X7TrC00s3yZzMzOZTwV-OJbMtOFHImVkd4YK4Q9OeWTHZFGjjfSrQ6DXVpdOPRk2vUTJvYHgptXDv4Rglp-mcqChxE__0DqMf2xV8/s400/Lambda.jpg" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5277423958262605378" style="cursor: pointer; float: right; height: 270px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 318px;" title="Esquema Lambda" /></a><span style="color: #9999ff; font-style: italic;">(A lo largo de las siguientes entradas, aconsejamos cotejar la información con el</span><span style="font-style: italic;"> </span><a href="http://yg1vsq.bay.livefilestore.com/y1pOEEeheUNvy-4_nXw1yI0e6WL26ETu7hmyx8JLQT3IM5lCmSht5XKfzXEtkS-nlBqkERysHsAHUA/20080721.%20Esquema%20Lambda%20de%20la%20Intersubjetividad.pdf?download" style="font-style: italic;">grafo completo</a><span style="font-style: italic;">.)</span></div>
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En el esquema Lambda, el <span style="font-style: italic;">eje <a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/el-registro-imaginario.html">imaginario</a></span> cubre las relaciones entre el Yo del sujeto (aquello que el sujeto cree ser, denominado <span style="font-style: italic;">a</span> minúscula) y cualquier otro (otro al que se dirige el discurso y también mediatizado por creencias), denominado <span style="font-style: italic;">a’</span>. Se trata del eje absolutamente consciente de la comunicación, y en él se representan las escenificaciones de la vida cotidiana, así como los diversos papeles y roles.<br />
El sujeto solamente es <span style="font-style: italic;">intencional </span>desde este eje: la producción del lenguaje parte desde el consciente de <span style="font-style: italic;">a</span> y es recogido, a su vez, por el consciente de un <span style="font-style: italic;">a’</span>. Quizá por ello nos encontramos tan cómodos inaugurando frase tras frase: el proceso nos refuerza nuestro carácter consciente y volitivo; tras cada contestación se nos reafirma que nuestro mensaje, conscientemente ensamblado, ha sido correctamente entendido.<br />
Existimos. Pero siempre mediatizados por un otro.<br />
Pese a este perentorio triunfo consciente, el esquema Lambda se define como un grafo de la <span style="font-style: italic;">intersubjetividad</span>. Hablamos de intersubjetividad porque todo, en el discurso o en nuestras relaciones con los otros, está supeditado a instancias que mediatizan la comunicación, haciéndola imposible de objetivizar.<br />
Nos gusta creernos los directores de nuestro discurso, y en este afán entablamos diversas comunicaciones desde el eje imaginario. <span style="font-style: italic;">Creemos</span> tener algo que decir; <span style="font-style: italic;">creemos</span> disponer de herramientas con la que elaborar el discurso y, en un último error, <span style="font-style: italic;">creemos</span> contar con la libertad de escoger un interlocutor sobre el que depositar nuestra información.<br />
Se trata de un proceso paradójico, y de ahí que Lacan estipulara que l<span style="font-style: italic;">a comunicación se basa en el malentendido</span>. En el discurso cotidiano, si bien nuestro consciente elige qué contar, de qué manera hacerlo, y a quién… en la experiencia clínica nos percibimos de que –con frecuencia- hay otro discurso tangencial al del consciente, un discurso que aguarda a un interlocutor que sepa poner oído y atención. Se trata de otro tipo de comunicación <span style="font-style: italic;">latente</span>, que se mezcla con el discurso convencional y espera, entre las pausas y detrás de los malentendidos, a alguien con las actitudes necesarias para su decodificación.<br />
Parece ser que el inconsciente ya se ha acostumbrado a la tiranía del eje imaginario, sabiendo que no se trata del mejor registro para poder expresarse. En la comunicación convencional, el inconsciente va aflorando a modo de válvula de escape, descargando parte de su carga, de su deseo de ser contado, ante un público que lo obvia y hace oídos sordos a su contenido, atribuyendo su existencia a fenómenos intrusos y a equivocaciones aleatorias. <span style="font-style: italic;">El sujeto habla, pero no sabe lo que dice</span>, que diría Lacan.<br />
Lo inconsciente, para un mal entendedor, se convierte en algo <span style="font-style: italic;">implícito</span>; a veces una sensación intuida, casi siempre en todo un canal comunicacional ignorado.<br />
Dicho material aflora pese a no disponer de terreno sobre el que germinar. Es por esto que Lacan dirá que <span style="font-style: italic;">el individuo es hablado</span>; a su pesar, añadiríamos nosotros. A modo de desahogo, el inconsciente se comunica aún en ausencia de receptor válido, en un proceso homeostático que, si bien no cura (como bien demostró la clínica catártica), sí consigue aliviar temporalmente la tensión intrapsíquica. Acostumbrado a ser frustrado de continuo, no es de extrañar que busque la figura de un alguien que sí sepa escuchar, un otro muy diferente de los otros conscientes: un <span style="font-style: italic;">Otro Grande</span> (en el grafo, <span style="font-style: italic;">A</span>). Mientras tanto, y siempre y cuando no se desate la patología, seguirá hablando para nadie, provocando lapsus que no se interpretarán y recreándose en el único campo que permite su expresión: el onírico.<br />
Volviendo al registro imaginario, un Yo consciente le dirige un discurso a otro Yo consciente, que a su vez contesta (o eso cree) en un proceso denominado <span style="font-style: italic;">molino de palabras</span>. Se denomina de esta forma porque los interlocutores, independientemente de su buena fe, lo único que hacen es intercambiar significantes que brotan de sus respectivos conscientes, obviando ambos el material no consciente, y rellenando las lagunas con atribuciones, creencias, valores y repeticiones (<span style="font-style: italic;">fantasmas</span>, en última instancia).<br />
Podemos asistir al verdadero molino de palabras en cualquier conversación con un desconocido, de las que se producen para romper el hielo. Si en el ascensor de turno seguimos el rastro de una conversación con un vecino, nos encontraremos con frases que repentinamente llegan a su fin, incómodas, para ser sustituidas por otras que, de igual forma, tampoco se demuestran muy operativas. <span style="font-style: italic;">Vaya tiempo hace, ¿eh? Diga usted que sí… nos ha pillado desprevenidos… Vaya… ¿Qué viene, de la compra? Sí, ya se sabe, las obligaciones de todos los días… hace tiempo que no veo a su mujer… Sí, es que últimamente trabaja mucho y llega tarde a casa… En fin… éste es mi piso. Hasta luego…</span><br />
En este fenómeno no disponemos de información del <span style="font-style: italic;">campo </span><a href="http://psicoblog-gfs.blogspot.com/2008/11/tres-registros-iv-el-campo-de-lo.html" style="font-style: italic;">simbólico</a> del otro. Al ser un desconocido, tampoco nos ha permitido decidir si comparte creencias o valores con nostros, imposibilitando el proceso de atribuciones e identificación. El discurso aparecerá siempre descatectizado y errático, artificial y protésico, repleto de incómodos silencios.<br />
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<span style="color: #ff6666; font-style: italic;">Pese a que continuaremos abordando el Lambda en las próximas entradas, os aconsejo visitar </span><a href="http://psicoblog-vsb.blogspot.com/2008/12/introduccin-la-obra-de-lacan-xiii.html" style="color: #ff6666; font-style: italic;">los posts</a><span style="color: #ff6666; font-style: italic;"> que Valentín ha publicado últimamente sobre el mismo tema.</span></div>
Gerardo Fernández Santamaríahttp://www.blogger.com/profile/04145275782510943312noreply@blogger.com3