Las necesidades instintivas del Ello (libres y ácratas, súbditas del principio del placer) son sometidas a los procesos secundarios en el preconsciente, a la tiranía del principio de realidad. Bajo esta hégira organizativa logramos domesticar nuestros instintos, distanciarnos de los animales y acceder a la cultura y a la humanidad; por ende, al ser sometida a dichos procesos secundarios la posibilidad de que la libido derive por la vía sintomática se multiplica.
- Procesos secundarios de inhibición, desplazamiento o aplazamiento de la descarga: Terreno abonado para los caracteres obsesivos; Bajo la etiqueta diagnóstica de masoquismo moral, sentimiento de culpa inconsciente, neurosis de fracaso, inhibición o retentividad, la libido ve cortocircuitada su expresión erótica en el exterior.
- Procesos secundarios de ligazón de la energía: Como hemos visto anteriormente, problemas en la ligazón de la libido con una representación pueden provocar que ésta última se juzgue intolerable, se reprima, y quede consecuentemente liberado el cuantum libidinal que, huérfano, despersonalizado, será subjetivamente percibido como angustia difusa.
- Procesos secundarios de temporalidad: Aquí se englobarían sintomatologías en las que la libido no es puesta en escena en el momento adecuado; bien porque es periódicamente revivida (repeticiones patológicas o neurosis de destinado), bien porque emerge a espaldas del Yo (fenómenos de regresión u otros avatares transferenciales).
- Procesos secundarios relativos al objeto: Todo un universo de posibilidades sintomáticas, la metonimia del deseo puede hacer que el objeto depositario del cuantum libidinal no sea el más adecuado. En un abanico casi infinito, aquí se englobarían la mayoría de las elecciones de objeto equívocas, los problemas y la insatisfacción con respecto a la pareja, patologías relacionadas con el narcisismo y, en último extremo, incluso perversiones. Les remito a toda una serie de entradas relacionadas con los equívocos posicionamientos de pareja.
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