19 noviembre 2008

Tres registros II: El campo de lo imaginario

Alteramos el orden explicativo original (que por quórum implícito suele ser real, simbólico e imaginario) ya que, de empezar por lo real, flaco favor le haríamos al intento de establecer una base aclaratoria. Si lo que desean es verme sudar, esperen a que me toque explicarles el concepto de real lacaniano…
Pero ahora estamos con el registro imaginario… que a fin de cuentas es lo que la gente lega –las personas de a pie- considera “realidad”.
El imaginario es heredero directo de otro descubrimiento lacaniano: el estadio del espejo. Cuando el infante (entre los seis y los dieciocho meses) rompe su cuerpo fragmentado y se topa con la realidad de su reflejo -con un otro (que es él mismo) que le devuelve una respuesta y le invita a aceptar su rol de unicidad individual-, el niño queda atrapado en esa trampa especular, enmarañado en una red de sucesivos otros que (en el futuro, inconscientemente) se harán necesarios para reafirmar su propia existencia diferencial.
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