Contradiciendo a L’oreal: ella nunca lo vale.
La mujer anaclítica no encaja en el perfil del Cosmopolitan ni defiende a ultranza estandartes de feminismo e independencia personal.
En el territorio de los heridos en lo aparente de su narcisismo, todavía queda un reducto de mujeres que –temerosas de reconocerlo- sólo ansían un compañero en el que depositar su carga, un amante sobre el que apoyarse en el trayecto por un imaginario que les resulta a menudo insoportable.
Pese a lo bucólico de esta tradicional estampa, detrás del anaclitismo femenino se esconden similares problemáticas a las del lado masculino. Por una parte, el empuje inconsciente al déficit exige una factura elevada a nivel personal; por otro, la búsqueda del “hombre protector” no deja de ser un intento desesperado y temerario, en el que los candidatos a desempeñar la asunción fálica pueden convertirse en peligrosísimos compañeros de viaje.
05 septiembre 2008
Elección objetal VI: La mujer anaclítica
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