
Después de haber indagado los entresijos del anaclitismo y las características de los amados, en el documento se analiza el perfil fantasmático de los amantes (que ya adelanto no deja de ser un posicionamiento igualmente artificioso e incluso patológico). Allí donde el sujeto anaclítico se afilia a la vertiente del TENER, el narcisista deambula por la creencia del SER. Así se cierra la mascarada de las presunciones fálicas y castradas, el baile de los enquilosados esquemas de género, la contrapartida -a menudo fallida- del eterno tópico de la media naranja.
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